Por Miguel Ángel Cid Cid
Las acciones
cotidianas terminan condicionando el desarrollo profesional de los ciudadanos. Será que un chofer
de carro de concho se hizo ingeniero para construir las vías de comunicación terrestre.
La entrega anterior definió el carro de concho, la
voladora y el motoconcho. Nada sobre las vías de circulación y el Impuesto a la
Circulación Vehicular llamado “marbete”.
El parque vehicular dominicano tiene 5 millones 285
mil 603 unidades, de los que un millón 684 mil 837 estaban previstos para
renovar el marbete para el periodo 2022-2023. Pero, solo el 91% cumplió con el
plazo establecido hasta el 31 de enero. Cerca de 200 mil propietarios ignoró el
llamado y, están negados a pagar recargo. Quieren prórroga.
¡Lo mismito del año pasado!
¿La Dirección General de Impuestos Internos debería prorrogar
el plazo a los morosos?
Los dominicanos se hacen los locos, pero a última hora
pretenden ajustar la regla a su pereza.
Veamos otras estadísticas. En diciembre de 2010, el
parque vehicular local tenía menos de tres millones de autos, en específico, 2,734,740,
doce años después el parque vehicular se duplicó. Pero, las calles son las
mismas de antes. Calles con nombres de avenidas o autopistas que, pobremente
llegan a caminos vecinales “entálviados”.
En perspectiva, es probable que en 2035 las avenidas sigan
igual. Pero, más de 10 millones de vehículos pesaran sobre ellas.
¿Puede evitarse esa proyección caótica?
Sugiero, desde mi ignorancia, implementar cuatro
medidas básicas:
Primero
Ampliar las vías. Las calles, diseñadas para desahogar la congestión
vehicular son estrechas y obsoletas. La Circunvalación Norte en Santiago sirve
de modelo, aisló decenas de comunidades ubicadas en su trayecto; por ejemplo,
Monte Adentro, Don Pedro, Guasumal, La Delgada, etc.
La muralla simula una avenida. ¿Se construyó para
impulsar el desarrollo o, para aislar las poblaciones circundantes?
Urge redistribuir los cinco millones de vehículos
concentrados en el Distrito Nacional, Santo Domingo, Santiago y La Vega. Estas
ciudades deberían contemplar nuevas carreteras y ampliar las existentes para desahogar
las calles.
Segundo
Calles sin chatarras. Si los impuestos de los carros nuevos valen el doble
de lo que pagan los viejos, ¿para qué comprar un auto nuevo si me penaran por
ello?
Lo contrario ocurre en países como: México, Corea,
Japón, entre otros, donde te premian por comprar un carro nuevo. Es decir,
cuanto más cercano sea el año de fabricación del vehículo, menos serán los
impuestos a pagar. Un método efectivo para desechar chatarras.
Aquí, si su vehículo es un anafe, el dinero pagado por
el marbete no alcanza para llevar su esposa a cenar fuera de la casa.
¿Con semejante incongruencia pretenden sacar las
chatarras de circulación?
Tercero
Transporte urbano colectivo. Los gobiernos, uno tras el otro, traen su modelo de
colectivización del transporte. Los seguidores aplauden y, terminado el mandato
te das cuenta de la artimaña, de las reparticiones y comisiones.
“Un poquito para atrás”, suficiente para encontrar las
Banderitas, Onatrate, la OMSA, los Pollitos y el Metro, etc. El Metro sigue
vivo, pero en franco deterioro.
Los proyectos, van empeorando los taponamientos en
lugar de reducirlos. En vez de eliminar
vehículos, aumentan las chatarras en las calles. ¿Por qué? Porque el caos es un
negocio rentable.
Contratan servidores públicos para hacer una doble
función, trabajar en el transporte colectivo y en paralelo ser choferes de
carro de concho. ¿Cómo es que no saben que hay un choque de intereses?
Los proyectos deberían, además, superar la simple
compra de autobuses, de lo contrario, el fracaso perseguirá a los gobiernos de turno.
Cuarto
Educación vial. Parejo con lo
anterior, debería crearse un programa de educación vial desde la educación
básica. Los niños son los ciudadanos de mañana, estarán al volante en poco
tiempo, educarlos los hará ciudadanos ejemplares y conductores prudentes.
El sistema de educación israelita incluye la materia
de educación vial desde el principio hasta el final, son testigos los que han visitado
a Israel.
A corto plazo, el costo político podría ser alto. Si
resiste las envestidas de los sindicalistas --dueños del país— la oligarquía --sanguijuelas
empresariales-- y el oportunismo politiquero, a mediano plazo cobrará con
creces. Por ello, la clave está en la voluntad política y la consistencia.
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