martes, 20 de diciembre de 2022

Delincuencia y corrupción

Por JUAN T H

 

La Policía Nacional mató, en supuestos intercambios de disparos a seis supuestos delincuentes en el populoso sector de Los Alcarrizos. La gente común y corriente se alegra.

 

Los ciudadanos de trabajo están hartos de los delincuentes, que a toda hora del día y de la noche, asaltan, roban, atracan y matan, en complicidad muchas veces con las propias autoridades, a los que luego les “dan para bajo”, cuando se les van de las manos.

 

El fenómeno no es nuevo. No surgió durante el gobierno de Luís Abinader; al contrario, se acrecentó durante los 20 años del Partido de la Liberación Dominicana que encabezaron Leonel Fernández y Danilo Medina. Los “Ni-Ni”, jóvenes que no estudian ni trabajan. Los que nacieron y se formaron durante esos inolvidables 20 años del PLD que hoy tienen menos de 25 años. Los hijos del PLD.

 

Gracias a esos 20 años de Leonel y Danilo, encabezamos la región en número de Ni-Ni, con más del 25%. Esos muchachos y muchachas, que no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela, hacer una carrera técnica o universitaria, no conseguir un empleo digno, son los que se dedican a robar, asaltar, atracar, secuestrar y matar. Los Ni-Ni del PLD.

 

Los responsables de la delincuencia menor -como le suelo llamar- no son los jóvenes de los barrios a los que la Policía mata, y de lo cual se alegra la gente, los responsables del incremento de la delincuencia son aquellos que les roban el presente y el futuro a esos muchachos cuando nacen. Los organismos nacionales e internacionales determinaron que durante los gobiernos del PLD la corrupción le costaba al país entre el 3, el 4 y hasta el 5% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, alrededor de 200 mil millones de pesos todos los años.

 

¿Se imaginan 200 mil millones de pesos en los 20 años que se mantuvo el PLD en el poder? ¿Cuántas escuelas, politécnicos, universidades, etc., se pudieron haber construido con esa fortuna? ¿Cuántas guarderías infantiles? ¿Cuentas casas de acogidas para mujeres maltratadas? ¿Cuántas fábricas y talleres para empleos de calidad? ¿Cuántas calles y carreteras? ¿Cuántas plantas eléctricas como Punta Catalina? ¿Cuántos Merca Santo Domingo? ¿Cuántos centros agropecuarios?

 

No debemos culpar a los Ni-Ni de los asaltos y de los robos. Ellos no son los culpables. A ellos no es a quienes debemos matar, sino a los que le robaron el presente y el futuro, a los que le quitaron el pan antes de nacer. Los verdaderos responsables de la detinencia de nuestros barrios son los políticos corruptos, los políticos ladrones. Ellos son los verdaderos delincuentes. Los verdaderos pillos.

 

Está demostrado, a mayor nivel de pobreza y marginalidad, mayor nivel de delincuencia. A mayor nivel de educación y de empleo, menos nivel de delincuencia. Una cosa va con la otra. No es casual que en muchos países de Europa estén cerrando las cárceles por falta de homicidios y de robo. El que tiene educación y trabaja no roba, no mata. No tiene necesidad de hacer “lo mal hecho”. Si nuestros muchachos tuvieran educación y trabajo, formados en valores éticos y morales correctos, no roban, no mataran. Eso lo aseguro.

 

Entonces, amigos, no culpemos a los delincuentes de abajo, que son los menos peligrosos y dañinos, culpamos a los delincuentes de arriba, que son los más perjudiciales, peligrosos y dañinos.

 

Los políticos ladrones, corruptos, son los responsables directos e indirectos de la inseguridad ciudadana. En lo personal lamento mucho las muertes extrajudiciales, que no son más que ejecuciones de jóvenes que no le tienen amor a la vida porque no los enseñaron a amarla y valorarla como lo más sagrado que tiene un ser humano. Los que deben caer en “intercambios de disparos” no son los Ni-Ni, sino los que crearon, los que le robaron el pan con el que debieron nacer debajo de sus brazos. Y si no pueden caer en “intercambios de disparos” los verdaderos delincuentes, los de “cuello blando”, los políticos ladrones, por lo menos que los metan presos y les quiten lo robado. ¡No pido más. ¡Solo eso!

 

 

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