Por Luis Aníbal Medrano S.
Siempre se ha dicho que una buena gerencia se demuestra en época de crisis,
cuando la abundancia no adorna lo gerenciado. Esto antes dicho lo traigo a colación
a propósito del viacrucis que enfrentan algunos consulados dominicanos pequeños
y medianos, cuyas principales figuras siguen las directrices del primer
mandatario dominicano, Luis Abinader Corona, en la referente al manejo ético de
las cosas públicas, de instaurar el cambio en esas extensiones dominicanas en
suelos extranjeros.
Es bueno indicar aquí, que esos cónsules que llegaron en el presente
gobierno dominicano, en su inmensa mayoría, encontraron nominas supernumerarias,
desordenes administrativos, sin el equipamiento necesario y con el falso
criterio de su personal de que eso es un cargo público que no amerita cumplir
con sus obligaciones, como es el caso de miles funcionarios consulares que residían
en un lugar y estaban nombrados en otro, ni siquiera conocían el lugar donde
les correspondía laboral.
Pero es lamentable que en la actualidad algunos cónsules de los pequeños y
medianos consulados dominicanos que generan pocos ingresos, estén recibiendo
presiones excesivas de la dirigencia del Partido Revolucionario Moderno de sus
respectivos lugares que les encomendó el compañero presidente Luis Abinader.
El Covid-19 y sus secuelas de efectos distorsionadores de la economía global
no dejó fuera a esos consulados, muy por el contrario, muchos de ellos fueron
cerrados por las autoridades de los gobiernos donde están ubicados y su
reapertura ha sido intermitente y con flujo de usuarios reducido por las circunstancias
que se impusieron.
No pueden caer la dirigencia perremeistas de algunos lugares donde operan
esos consulados en prácticas reprochables y, por apetencias, grupismo, o la
famosa “serruchadera de palo”, bombardear las gestiones que humanamente están haciendo
lo posible para mantener la operatividad dentro de los parámetros que se exigen
en un gobierno que quiere ser garante de la buena administración de los
recursos del Estado.
Es reprochable ese grupismo sectario, de gente que en algunos de los casos,
por su ubicación geográfica, no participaron en la votación para escoger al hoy
presidente constitucional de todos los dominicanos, y quieren exigir “recompensa”,
o para ser más sutil, ser tomados en cuenta por el simple hecho de que soy amigo
de fulano o perencejo. No pueden seguir en eso. Pretenden hacer saltar a
determinado cónsul cuando en realidad lo que le hacen es daño a la excelente administración
del presidente Abinader.
Los grandes consulados se pueden dar el lujo de tener una nómina un poco
más amplia, con el personal requerido por su magnitud y servicios que ofrecen,
y hasta realizar ayudas a ciudadanos dominicanos que así lo requieran por múltiples
razones, no así los consulados que mínimamente recaudan para cubrir sus gastos
operativos.
El cambio, como bien dicen, tanto el presidente Luis Abinader, como el
presidente del partido, José Ignacio Paliza, no es de un partido por otro, el
cambio debe llegar a cada uno de los perremeistas en particular, para dejar atrás
las viejas prácticas que erosionaron el antiguo partido al que pertenecíamos y
que algunos desaguisados, sin el más mínimo pudor político, quieren extrapolar
al PRM. Eso debe ser detenido, enfrentado, rechazado.
Somos de los que creemos que defender, promover y mantener el gobierno del
cambio es un compromiso sagrado e ineludible de todos los perremeistas y todos
aquellos que ven como positiva la gestión gubernamental actual, pero, con malas
y desfasadas prácticas, se incumple ese compromiso con la patria.
APROBADO…
El autor es periodista, municipalista y político.
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