Por JUAN T H
Lo creyeron de
verdad. Pensaron que no se irían nunca, que habían llegado para quedarse, que
se perpetuarían en el poder como las dinastías China de cientos de años, la
francesa de más de 700 años o como hizo el Partido Revolucionario Institucional
PRI) en México que se fundó en 1929 y se mantuvo en el gobierno hasta el 2000 convirtiéndose
en un partido hegemónico que instaló un régimen de autoritarismo sobre la base
de fraudes electorales, violencia, terror, clientelismo y corrupción.
Pensaron que no
abandonarían la zona de confort que habían creado corrompiendo todos los
estamentos de la sociedad, incluyéndose. No quedó un partido, asociación,
gremio, etc., que no cayera en su trampa envilecedora. Jamás, ni durante las
dictaduras, la corrupción había tocado todo el tejido social, como dicen los
sociólogos, con tanto éxito.
El país le
pertenecía. Acumularon riqueza y poder: Grandes mansiones, amantes, mujeres
hermosas, reinas en lujosos autos con carteras de cinco y diez mil dólares,
bebidas exquisitas, banquetes en los más lujosos y caros restaurantes, villas
veraniegas de magnates, vacaciones con la familia en Estados Unidos, Francia,
España, Italia, Alemania, México, Buenos Aires. Viajaban en “primera clase”;
tenían helicópteros, jets, cuentas bancarias millonarias en el país y el
extranjero; dueños o socios de grandes empresas a través de terceros. Jeques,
reyes, príncipes, aristócratas. Todo le sonreía. Media isla a sus pies; 48 mil
700 kilómetros, más de 10 millones de personas arrodilladas.
En una ocasión
el dirigente del PLD, Lidio Cadet, dijo que “los corruptos no dejan huellas”.
Por lo tanto no hay forma de someterlos a la justicia, encarcelarlos y
despojarlos de sus fortunas mal habidas. Escuché ese mismo argumento hace unos
días. Me huele a impunidad, a un “borrón y cuenta nueva” disfrazado de
legalidad judicial. (Me siguen gustando los modelos de Singapur y de China) Un
ladrón de los recursos del Estado, que le quita al pueblo educación, salud, vivienda y seguridad, no puede tener
los mismos derechos un ciudadano común y honesto. (Me niego a creer esa vaina)
¿”Pruebas”? Solo
hay que ver cómo vivían antes y cómo viven ahora, que tenían antes de llegar al
poder y qué tienen ahora. ¿Cómo puede un pobre clase media baja o media
acumular fortunas desde el gobierno a menos que no sea robando? Que algún
abogado, periodista, fiscal o juez me lo explique.
¿Cómo un barbero
debajo de un árbol, que no tenía ni con que caerse muerto, de repente, porque
su hermano llegó a la presidencia de la República, es dueño del país? ¡Qué
alguien me lo explique! ¿Qué no hay pruebas? ¿Y que más prueba que el árbol y
los clientes que por 30 y 50 pesos se recortaban el pelo y se afeitaban la
barba? Un hombre, miserable, que todos
conoceos, lo nombran sin haberse graduado de ingeniero en la Oficina
Supervisora de Obras del Estado, no podía ni pagar la pensión donde residía, de
repente, se destapa, al cabo de pocos años, dueño del país. Y no pasa nada, no
hay pruebas, archivan el expediente. Coño, ¿y que más “pruebas” quieren que su
modo de vida actual? ¿Qué hicieron con la inversión del “fardo se la prueba”
que estableció la Constitución?
El entramado de
corrupción involucra abogados, fiscales, jueces, policías, militares, periodistas,
dueños de medios de comunicación, redes sociales, senadores, diputados,
alcaldes, etc. El PLD, como el PRI en México, lo compró todo (o casi todo) para
blindarse ante un sistema judicial que le pertenece. Para hacer justicia
condenando a los crótalos que se robaron
el país desde una plataforma política es preciso una voluntad política similar
a la de una revolución.
De todos modos,
no tengo dudas del interés del presidente Luís Abinader de adecentar y
reordenar el Estado, con actitudes y prácticas distintas a las de los gobiernos
(Leonel-Danilo, pájaros del mismo nido) del PLD. Pero no me digan que no hay
“pruebas”, si las hay. ¡Y muchas! Están ahí, sólo hay que buscarla. (El que
busca encuentra, carajo)
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