Por JUAN T H
China es un país
enorme, inimaginable, lleno de contrastes, con una civilización y una cultura
tan vieja y vasta como su incomparable territorio, premiado con una
biodiversidad asombrosa, poblado de gente buena, laboriosa, intrépida y audaz,
que ha sido capaz de construir una enorme muralla para protegerse de los
invasores. China es una escuela permanente en materia filosófica, científica y
de trabajo, de la cual deben aprender todos los países del mundo, pues hasta
1949 estaba sumida en el atraso más abyecto, con millones de seres humanos
postrados ante la miseria casi absoluta de su inmensa población.
La revolución
comunista de 1946 encabezada por el viejo Mao Tse-Tung abrió las puertas de la
esperanza. Después de la hambruna, de los errores que parecían hacer abortar el
socialismo, después de las agresiones imperialistas, de la torpeza ilusionista
de muchos líderes, de aquella revolución cultural, incluso, de la competencia de cien escuelas abiertas al
pensamiento, cuando el colapso parecía inminente, los sabios líderes Chinos
hicieron las rectificaciones necesarias y cambiaron el tumbo.
Diseñaron un
plan. Afirmaron que en 50 años lograrían lo que a occidente le costó cinco
siglos. ¡Y lo lograron! Firme en los principios y claros en los objetivos
convirtieron a China en lo que es hoy: una potencia política y económica mundial,
compitiendo con los Estados Unidos –incluso superándolo- en muchas cosas con
una economía estable que ha crecido sistemáticamente en los últimos años
llevando progreso, desarrollo y estabilidad.
Aunque parezca
insólito, China ha sacado de la pobreza a más de 700 millones de personas convirtiéndose en un
país de clase media, pues como decía Deng XiaoPing no importa que el gato sea
blanco o sea negro, lo que importa es que case ratones; es decir, lo importante
es resolver los problemas de la gente. De ahí la tesis de un país, dos sistema,
lo cual significa que el capitalismo y el socialismo pueden cohabitar escogiendo lo bueno de un sistema y del otro, porque nada es tan bueno que no
tenga nada malo. Y viceversa. Además, la política se nutre de realidades, no de
sueños ni de utopías.
Bloqueado por
las grandes potencias, China decidió abrirse al mundo en búsqueda de
conocimiento y progreso. Se acercó a las demás naciones. Fue ganando espacio
dentro del concierto de las Naciones Unidas. Hoy mantiene relaciones
bilaterales armoniosas con la mayoría de los países del mundo respetando principios
básicos como la autodeterminación e independencia de los pueblos, la no
agresión, etc. Los resultados han sido
satisfactorios. Ni un solo conflicto armado.
China, el país
más poblado del mundo junto con la India, es hoy una realidad mundial, compitiendo
de manera vanguardista en ciencia y tecnología, entre muchas otras áreas del
conocimiento con EEUU, Japón, Alemania, Francia, Italia, Rusia, España,
Inglaterra, etc.
Estados Unidos
cuestiona las Relaciones diplomáticas de la República Dominicana con China,
ignorando que somos un país soberano, en capacidad de tomar sus decisiones sin
tener que consultar a nadie. EEUU mantiene armoniosas relaciones con países con
los cuales ha estado enfrentado, incluso militarmente antes y después de la
Segunda Guerra Mundial. República Dominicana, “país pequeño y agredido,
colocado en el mismo trayecto del Sol”, que no tiene capacidad para invadir a
nadie, ni siquiera a los haitianos, tiene la misma facultad.
Me pregunto,
¿por qué EEUU puede mantener vínculos diplomáticos con Rusia, China, Vietnam,
Corea, Europa y África, no importa su sistema político, y República Dominicana no? ¿Cuándo el coloso
del Norte entenderá que los países latinoamericanos dejaron de ser su traspatio imperial, que ya no pueden
ordenar de la misma manera que lo hacían antes? ¡Viva la amistad
dominico-china! ¡Viva la amistad de los EEUU con la República Dominicana! ¡Viva
la amistad y la solidaridad de todos los pueblos del mundo!
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