Por Miguel Ángel Cid Cid
Los arrastrados
siempre andan mendigando para que alguien los ayude y se quedan con el que le provea más. El Tribunal Constitucional
eliminó el arrastre en todas las provincias y algunos están mal del juicio.
Antes de la decisión del TC los candidatos a senadores se daban el
lujo de ignorar a los aspirantes a diputados. Los postulantes al Senado se
decían para sí, “si de cualquier manera
los votos de los diputados son míos, por qué tengo que gastar recursos en ellos”.
Con anterioridad a la sentencia del TC, la Junta Central Electoral había
decidido eliminar el arrastre en la mayoría de las provincias del país. En la
ocasión se determinó que las seis provincias de mayor densidad poblacional y
por ende de votantes continuarían con el arrastre. La decisión administrativa
fue considera injusta por lo que fue recurrida ante el Tribunal Constitucional.
Recuerde que en los procesos electorales pasados si usted sufragaba
por un diputado ese voto se le sumaba de manera automática al candidato a
senador. En otras palabras, el diputado arrastraba con sus votos al senador.
La reciente sentencia del Tribunal Constitucional que elimina el
arrastre, deja a muchos aspirantes a senadores en baño de maría. Ya el entregar
recursos a los aspirantes a diputados será considerado una inversión en lugar
de verse como un gasto.
Francisco Matos se hizo eco de la alegría de los aspirantes a
diputados al enterarse que ahora los candidatos a senadores tendrán que ir
donde ellos a ofrecerle apoyo. A pesar de su emotividad, el diputado Matos
lamenta que con la desaparición del arrastre, su partido, el PLD podría perder
la senaduría en 12 provincias.
Según el diputado peledeista “la
sentencia del TC cambia totalmente la dinámica política-electoral entre el
diputado y el senador, dado que a partir de ahora, el diputado tiene una
importancia capital para el senador”.
El congresista del PLD por Santiago narró al periódico Hoy que; --en lo adelante si el senador quiere que la
gente de un diputado vote por él tiene que llevarse bien con el diputado, lo
que antes no era necesario. “Antes, el senador se daba el lujo de apoyar a
quien le diera su gana en detrimento de otros”. Además, sostiene que antes,
cualquier senador que veía a un diputado como su amenaza para ganar la curul,
lo aplastaba para que no fuera votado. Declaró que ahora que el diputado no
arrastra al senador, en la práctica es cuando más depende que le suma o resta
votos, porque tiene poder para decidir si envía a sus militantes a votar o no
por el senador--.
Otra fuente que pidió no ser identificada fue más específica que
Francisco Matos. Dice que entre las provincias que los morados podrían perder
la senaduría están: Montecristi, Valverde, Espaillat, Barahona y Samaná, entre
otras.
Al igual que Matos son muchos los aspirantes a diputados que están
orondos de alegría y más de uno dice haber sido víctima de sus compañeros
senadores. Que así sea no les da derecho a pagar con la misma moneda. Antes los
aspirantes a senadores debieron pensar en su partido como institución, lo mismo
deben hacer ahora los que quieren ser diputados.
Con los roles invertidos, de repente los postulantes a diputados
cobran relevancia capital mientras que los aspirantes a senadores quedan
reducidos. Ahora se impone que los candidatos a diputados actúen con prudencia,
sin querer estrujar su nuevo rol en la cara de sus compañeros que pretenden ser
senadores.
Tanto senadores como diputados deben pensar siempre que como dice
Chespirito “La venganza nunca es buena,
mata el alma y la envenena”.
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