POR JUAN T H
Debemos
vengarnos de los haitianos que durante 22 años “invadieron” y “masacraron” al
pueblo dominicano hasta que llegó Juan Pablo Duarte junto a los Trinitarios
para “liberarnos” declarando la independencia y fundando lo que hoy conocemos
como República Dominicana.
Ese discurso ha
sido enarbolado de distintas formas por los verdaderos enemigos del país,
ignorando o tergiversando los hechos, debidamente explicados por historiadores relevantes
como Frank Moya Pons, Roberto Cassá, entre muchos otros. No quiero entrar en
detalles. Pero, cuando los haitianos decidieron ocupar el territorio que hoy
ocupamos, lo hicieron sin hostilidad, fueron recibidos amigablemente, no en son
de guerra. Fueron los haitianos, no los hateros, ni los señores feudales,
quienes abolieron la esclavitud, fueron los haitianos.
Pero en nuestras
escuelas y universidades ese y otros episodios nunca han sido lo
suficientemente bien aclarados. Al contrario, la xenofobia, que supone
prejuicios inaceptables, lo han impedido deliberadamente. El anti
anti-haitianismo ha sido un negocio de grandes beneficios políticos y
económicos para los sectores que lo propician. Lo penoso y lamentable, es que
una parte de la población haya comprado a precio vil esa ignominia.
Para los
“patrioteros de trapo” Haití es un pueblo de negros salvajes, sucios,
pobres y hediondos que no pueden ser
considerados seres humanos, sino bestias, antropófagos, atrapados en la edad de
piedra, descendientes de los monos y los gorilas. (Razón por la cual Peña Gómez
no pudo ser presidente de la República, a pesar de que la historia registra
mandatarios de origen haitiano)
Sin embargo,
Haití es un pueblo heroico, que de muy rico pasó a ser muy pobre, que hizo una
de las revoluciones más hermosas del mundo al romper la esclavitud, declarar su
independencia tempranamente enfrentando al imperio francés, por lo cual tuvo
que pagar un precio muy alto.
Si tenemos que
odiar por los siglos de los siglos a los
haitianos porque nos “invadieron” en un momento dado de la historia, todos los
pueblos del mundo fueran enemigos a muerte porque unos y otros han estado
enfrentados en un momento determinado por diversas razones.
Los “patrioteros
de trapo” de nuevo cuño, siguiendo las enseñanzas de sus antepasados
doctrinarios, no recuerdan, por ejemplo, que Estados Unidos ha invadido nuestro
país de 1916 al 24, luego en 1965 cuando
el pueblo, comandado por Caamaño y los constitucionalista, marchaba hacia la
victoria para reponer la democracia, la justicia y la libertad que nos habían
sido arrebatadas, nos invadió otra vez para impedirlo.
No obstante, los
“patrioteros de trapo” no odian a los Estados Unidos. Lo aman devotamente. Si
los despojan de su visado, mueren de pena.
Si debemos matar
a los haitianos porque nos “invadieron”; ¿por qué no odiar a los españoles por
haber esclavizado y asesinado a todos los indígenas que habitaban la isla en
menos de 40 años? ¿Por qué no aborrecerlos por ese holocausto, por ese
genocidio? Los negros, descendientes de africanos, no llegaron solos, los
trajeron como esclavos para que sustituyeran a nuestros ancestros asesinados.
Los gobiernos
dominicanos, apoyados por oligarcas y terratenientes, durante años contratan
haitianos para el corte de la caña. Los
entierran en bateyes en condiciones de esclavos modernos, luego en la
construcción de edificios, puentes y carreteras. En los campos agrícolas en las
mismas condiciones. Durante mucho tiempo los haitianos llegaban en grandes
camiones directamente a los bateyes para el corte de la caña. Era un negocio
lícito. Trata de gente.
Duélale a quien
le duela, lo cierto es que los haitianos han contribuido al desarrollo
económico de nuestro país, trabajando en peores condiciones que los dominicanos
en Estados Unidos, donde muchos de nuestros paisanos ocupan posiciones
privilegiadas hasta en el Congreso sin que constituyan un problema, a pesar de Donald Trump.
Cerca de 50
millones de latinos residen en EEUU, país que ha clavado sus garras de sangre para
su expansión y desarrollo económico en Brasil, Granada, Cuba, Panamá, El
Salvador, Chile, Argentina, Haití, Nicaragua, Honduras, Perú, Paraguay,
Uruguay, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Guatemala, República Dominicana, etc.,
invadiéndolos o propiciando golpes de Estado, dejando en todos los casos, una
estela de muertes, destrucción y pobreza. Todo a nombre de la libertad y la
democracia.
Si debemos odiar
y matar a los haitianos porque antes de que naciera la República nos
“invadieron”, ¿por qué los “patrioteros de trapo” y los “nacionalistas de
pacotilla”, no odian a los estadounidenses?
No albergo odio
contra los haitianos, ni contra ningún otro pueblo, incluso el estadounidense. El pasado no tiene solución.
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