Por JUAN T H
Paraguay es un
país pobre, relativamente grande (más de 400 mil kilómetros cuadrados) y
pequeño en población con más de siete millones de habitantes, (el cuarto menos
poblado de América del Sur) donde recientemente una considerable multitud,
hastiada, impotente, llena de rabia, quemó el Congreso después que el senado
aprobó la reelección, prohibida por la Constitución.
Por fortuna la “fuerza
del orden” utilizó balines de gomas y gas lacrimógeno para repeler la protesta,
lo que no impidió que algunos legisladores y manifestantes resultaran
lesionados.
En Paraguay,
como en muchos otros países latinoamericanos, la gente está harta de que los
gobiernos ignoren la Constitución y las leyes, cansados de que los partidos y
los gobiernos no cumplan sus promesas, que la corrupción, el crimen, el
narcotráfico, no sean castigados, que la democracia y las instituciones del
Estado hayan sido secuestradas.
En la República
Dominicana sucede algo parecido. El Congreso, la Judicatura y todas las
dependencias del Poder Ejecutivo están en manos del Partido de la Liberación
Dominicana, impidiendo que la Constitución y las leyes sean respetadas.
El caso de la
diputada Faride Raful ha puesto de manifiesto la debilitad o control que tiene
el PLD sobre el Estado. Ella hizo una denuncia sobre el uso inadecuado de los
recursos públicos a través del publicita brasileño Joao Santana vinculado
estrechamente a la empresa Odebrechet que admitió haber pagado sobornos a
legisladores y funcionarios por más de 92 millones de dólares. El personaje,
estando preso en su país, continuaba cobrando cientos de millones de pesos en
franca violación a las leyes. Ella solo pidió una investigación. Pero fue
rechazada, lo cual es ilegal y abusivo. Esa es, precisamente, atribución de la
cámara de diputados.
El artículo 247
de la Constitución dice que “la Contraloría General de la República es el
órgano del Poder Ejecutivo rector del control interno, ejerce la fiscalización
interna y la evaluación del debido recaudo, manejo, uso e inversión de los
recursos públicos y autoriza las órdenes de pago, previa comprobación del
cumplimiento de los trámites legales y administrativos, de las instituciones
bajo su ámbito, de conformidad con la ley”. (Faride pidió la documentación a
ese órgano del Estado acogiéndose a la ley de acceso a la información pública)
El Congreso está
para legislar, pero también es un contrapeso del Ejecutivo, no un sello gomígrafo como ahora. Debe ser un ente regulador, un vigilante y
un investigador para que los dineros del pueblo sean utilizados correctamente.
Lo que ha hecho la diputada dirigente del PRM, no ha sido más que cumplir con
la responsabilidad para la cual fue elegida.
Una de las
atribuciones de la cámara de diputados justamente es “nombrar comisiones
permanentes y especiales, a instancia de sus miembros, para que investiguen
cualquier asunto que resulte de interés público, y rindan el informe
correspondiente”. Quiere decir que es obligatorio crear la comisión que
solicita Faride. Pero no, violando la Constitución, la mayoría mecánica del PLD
en la cámara, se opone reiteradamente.
El presidente
Danilo Medina y su partido le están negando al pueblo todas las vías legales
para reclamar sus derechos; ha secuestrado al Estado y sus instituciones,
incluyendo la caricatura de democracia aún tenemos.
Temo que de
seguir las cosas como van, un día, el pueblo, al no encontrar vías legales para
hacer valer sus derechos, se llenará de ira y saldrá a las calles a incendiarlo
todo, no solo el Congreso, como en Paraguay. (Y entonces todos los negadores de
justicia llorarán lágrimas de sangre)
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