POR ROLANDO ROBLES
Armar todo un barullo porque los nombres de dos comunicadores públicos
fueron mencionados por la Procuraduría en las investigaciones sobre el caso
Odebrecht, me parece -así de entrada- toda una tomadura de pelo. Porque, a fin
de cuentas, si Danny Alcántara y Martínez Pozo se sienten inocentes, no hay
razón para que monten este sainete de tan mal gusto y menos un lunes por la
mañana. Así, aparentemente, es como piensa gran parte de los comunicadores que
han opinado sobre el affaire del año.
Si los dos periodistas mencionados, resultaren realmente implicados en
los actos dolosos, ya sea como corresponsables, facilitadores o como simples
testigos, entonces la sinrazón del show sería mayor y hasta motivo devergüenza.
Y en tales circunstancias, es seguro que el público formal y honesto, no
asistiría al teatro, por entender que es solo un esfuerzo por encubrir los
hechos, más allá de si hubiere o no, evidencias en manos de los investigadores.
Todavía más, si los periodistas señalados hubiesen mostrado síntomas
de tratar de proteger, tergiversar o falsear la responsabilidad de ellos mismos
o de cualquiera de los encartados por la Ley o señalados por el público, los
medios o el “morbo popular”; tampoco hubiera asistido la gente seria a la
función de marras.
Pero, hagamos una precisión aún más exacta: si los dos “negritos”
estos, fueran un par de granujas que han estado haciéndose de la “vista gorda”,
evadiendo la acción de la justicia y guardando irresponsable silencio ante los
hechos delictuosos denunciados, que son del dominio del público hoy; con mucho
mas vigor, los ciudadanos sensatos se habrían negado hasta a pasar por la acera
de enfrente del escenario que se montó el pasado lunes 7 de mayo.
Pero sucede el caso y viene a ser, que ninguna de estas condiciones
que yo les he mencionado, está presente en los archivos oficiales, ni tampoco
en la memoria de la ciudadanía, que ha seguido los hechos con inusitada
devoción. Por el contrario, hay detalles que, si son observados con detenimiento,
de seguro que cambiarán la opinión de la gente.
Debo aquí precisar que, si ellos han incurrido en algún acto doloso,
seré el primero en pedir su castigo. Ahora, lo que ni puedo aceptar -ni
aceptaré- es que el Procurador quiera jugar con el cerebro de nosotros, montando
un circo alrededor de estos dos periodistas, mientras encubre a los grandes
contratistas criollos asociados con Odebrecht.
Todos sabemos que las adendas hechas a los contratos originales, son
la base usada para sobrevaluar las obras propuestas, pero las mismas deben ser
aprobadas siempre por el gobierno. Así, en este tinglado de pillaje hubieron de
actuar tres sectores: la empresa matriz (Odebrecht), los consorcios locales
(contratistas) y las autoridades correspondientes (?)
Sorprendentemente, el Procurador General -que por lógica ha de ser un
investigador- no conoce, ni sospecha y ni siquiera se imagina, que pueda
existir la trípode mencionada arriba; y mucho menos, que cada una de sus patas,
sea una estructura delictiva.
El procurador Jean Alain Rodríguez acusa, sin embargo, a Odebrecht de
soborno, y acepta su declaratoria de culpabilidad, y hasta negocia la pena que
debe pagar la corporación por la comisión de este delito que, forzosa y
necesariamente, tiene que haber sido cometido con la participación de un “ente
sobornado”.
Es en este entorno de razonamiento lógico, donde yo supongo y afirmo
que, lo que pretende el flamante Procurador, es levantar una cortina de
confusión, presionando los dos comunicadores para encubrir los nombres de los
contratistas y los funcionarios que junto a Odebrecht, se asociaron para
estafar al pueblo dominicano.
Denuncian los periodistas que, la Procuraduría ya pasó de la amenaza
anónima a la extorsión declarada, con tal de que no se conozca cuáles son los
contratistas tramposos que, sin dudas, se confabularon con ciertas autoridades
para cometer los crímenes conocidos por todos.
Ahora, lo que se pregunta todo el mundo en este momento es: ¿qué tan
poderosas son esas autoridades corruptas que el Procurador trata de proteger? ¿Qué
sucedería si se llega a establecer con precisión -tal y como demanda la
ciudadanía- quienes son los ingenieros que sobrevaluaron las obras en beneficio
de ellos mismos y de las cómplices autoridades?
Ya con el móvil, los hechos y la riposta de los probablemente
“próximos encartados” periodistas, tenemos casi claro el script de esta
comedia, cuyo primer acto no fue la rueda de prensa del pasado lunes sino,
aquel “famoso y accidental” encuentro de Danny Alcántara y Ángel Rondón -en el
prestigioso restaurante- con el cerebro del dinámico dúo, heredero de la
prestancia del caballero catalán que fue don José.
Lo que queda por verse de todo este rollo, es una incógnita que muy poca
gente se atrevería a adivinar. Yo, como no soy Sherlock Holmes, tampocome
atrevo. Pero sí me voy a atrever a plantear algunas preguntas que talvez puedan
ayudar a otear “la verdad”, o más bien, los hechos por venir:
¿Qué pasará si el flujo de dinero en las cuentas bancarias de los dos
periodistas sobrepasa lo que el Procurador considera como aceptable?
¿Terminarántambién encartadas, la “cara bonita” y el “cerebro” del dúo
dinámico, por la misma razón que los dos periodistas?
¿Estaría el Procurador en condiciones de explicar igualmente que los
periodistas, el tamaño de su patrimonio?
¿A cuánto asciende el monto de las supuestas sobrevaluaciones?
¿Hasta qué punto, estarán los comunicadores que hoy critican a Danny y
Julio, solo celosos, porque ellos lograron lo que otros no han podido?
¿Tiene usted idea de quién podría ser la persona que tratan de
“cubrir” los investigadores?
¿Sería esa persona el recipiente final de las sobrevaluaciones?
Perdón, yo solo tengo preguntas; pero usted puede que tenga algunas
respuestas.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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