Por Miguel Ángel
Cid Cid
Es cierto, la
sociedad en su conjunto tiene una cuota de responsabilidad en la construcción
de los líderes que han de conducirlas. Ahora, no menos cierto es que a los
partidos políticos les corresponde el compromiso de ser los arquitectos del
liderazgo social y político de una nación.
En efecto, los
partidos políticos se han abrogado la exclusividad de ser la organización con
potestad para ejercer y gestionar el gobierno. En tal sentido, les corresponde
forjar líderes con fortaleza y capacidad suficiente para gobernar sin ser atrapados
por las mieles del poder. En la sociedad dominicana de hoy acontece todo lo
contrario.
En consecuencia,
los partidos políticos se instituyen como retranca del desarrollo de líderes
capaces de guiar las masas por un camino correcto. La organización estructural
de los partidos políticos dominicanos está pensada para la perpetuidad de sus
líderes. Por tanto, está distribución se erige en el instrumento que atrofia el
surgimiento de sangre nueva en el andamiaje partidario.
Para impedir el
surgimiento de líderes nuevos, capaces de sustituir los que ya están gastados,
los partidos se hicieron de un método curioso. Cada periodo de tiempo, de
acuerdo a los estatutos de cada uno, las organizaciones políticas deben renovar
su dirigencia. En tal sentido, lo que acontece, en la mayoría de los casos es
que se amplía la matrícula, así los que están continúan en sus puestos y entran
otros nuevos.
Visto así, de
manera superficial, cualquiera diría que si entran nuevos dirigentes se está
promoviendo que otros se desarrollen. En parte tienen algo de razón. Ahora,
lamento decirles que las posibilidades de crecer en estas circunstancias son
muy mínimas. Si se analiza a profundidad, veremos que en la misma medida que la
estructura de dirección aumenta, igual se reducen las oportunidades de los
recién llegados.
Si la razón del
incremento es para que se queden los que están, se reduce más aún la proporción
para que los líderes jóvenes crezcan. Los argumentos son infinitos, veamos
algunos. “Usted es muy joven todavía, no tiene la experiencia para asumir esa
responsabilidad”, “Tú tienes muchas condiciones”, “en el futuro serás un
excelente dirigente pero por ahora debes cogerlo suave, no te le pases al
tiempo”, “Si este muchacho sigue así, pronto será el líder de este partido”…
Esos y otros
muchos elogios son puras engañifas, la vieja dirigencia está cambiando
espejitos por oro. Lo cierto es que para ellos, los que llegaron después,
siempre tendrán que esperar. Ya lo dije antes, en este país, para relevar hay
que esperar que el que manda se muera. Y en los partidos político, esa
situación se da más cruda que en cualquier otra organización.
Veamos una
panorámica de algunos casos particulares.
El Partido
Revolucionario Dominicano que se erigió en una cantera de formación de un liderazgo
joven, pronto terminó matando la gallina de los huevos de oro. La dirección
nacional del PRD, tiene tantos integrantes que es imposible reunirlos en un
salón. De igual modo, sucede en el Partido Reformista Social Cristiano. Solo
pensar que en el PRSC la dirección ejecutiva se hizo famosa con el nombre de “El
grupo de los cien”, aludiendo al número de integrantes, “le para los pelos al
más espabilado”.
¿Alguien sabe
cuántos miembros tenia la dirección nacional completa del PRSC?
Todavía hoy,
ambos partidos, PRD y PRSC reducidos casi
a nada continúan con una estructura que muy probablemente, sus direcciones sean
más grandes que sus asambleas de miembros. ¿A quién dirigen entonces?
De su lado, el Partido
de la Liberación Dominicana, al momento de su nacimiento en 1973, su dirección
nacional no llegaba a los 30 integrantes. Para que tengan una idea, en 1990 el
Comité Central del PLD tenía 35 miembros. Luego de las elecciones del mismo año
se celebró el 4to. Congreso del partido morado. En el marco de este congreso,
Juan Bosch proponía confirmar el CC de 35 miembros. No obstante, se aprobó
ampliarlo a 55 integrantes. A partir de ahí, en 28 años el CC del PLD pasó de 55 a 600 integrantes, su
Comité Político siguió el mismo ejemplo.
Vista la
muestra, las preguntas llueven:
¿Estos
dirigentes salen electos por el voto de las bases o son impuestos por las “claques”
enquistadas en la dirección?
¿Si son
reelectos siempre, será que son muy eficientes y por ende bien valorados por
las masas?
¿Cuándo darán
estos “líderes” paso a sangre nueva en sus respectivas organizaciones?
¿Es diferente la
situación en los llamados partidos alternativos?
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