Por JUAN T H
Una revolución
implica cambios profundos, radicales y transformadores.
No puede haber
“revolución educativa” sin revolución en las demás áreas del desarrollo humano,
incluyendo la salud donde la inversión del Estado no alcanza el 3 % del
Producto Interno Bruto, cuando debe superar el 5 %.
El 4 % del PIB
es una conquista de diversos sectores sociales entre ellos empresarios unidos
en la Coalición Educación Digna que tiñeron de amarillo el país hasta lograr
que todos los candidatos presidenciales se comprometieran en el 2012 con la
demanda.
Desde el 2013 el
gobierno designa el 4% del PIB al sistema educativo, lo cual sin dudas, representa
un avance significativo en la infraestructura escolar con el aumento de la
cobertura estudiantil, la tanda extendida, la formación magisterial, los concursos de
oposición, adecuación curricular, alimentación, avituallamiento, etc. Negarlo
sería una mezquindad.
Sin embargo el
proceso ha sido entorpecido por elementos
del propio sistema educativo, el gobierno y el partido oficial, debido a
los intereses que se anidan en ellos desde hace muchos años.
Educación tiene
un presupuesto superior a los 143 mil millones de pesos, con aproximadamente 180 mil empleados incluyendo
cerca de cien mil docentes, lo que mantiene el apetito de los glotones de la
malversación que creyeron podrían continuar el festín.
La corrupción no
ha estado al margen del 4%, sobre todo
durante la gestión anterior donde se produjeron denuncias de manejo inadecuado
en la compra de solares, instalación de las cocinas, construcción de aulas y el
aumento vertiginoso del gasto. Desde el Palacio Nacional se soplaron nubarrones
de malversación que nunca fueron esparcidos, y por los que algunos debieron ser
sometidos a la justicia.
Para terminar
con los escándalos el presidente Danilo Medina sorprendió al mundo educativo
con la designación del arquitecto Andrés Navarro que se desempeñaba a la sazón como
Ministro de Relaciones Exteriores donde realizaba una labor encomiable saneando
esa institución.
No bien pasaron
algunos meses cuando los cambios se hicieron sentir con la sustitución y/o
cancelación de funcionarios y empleados, entre otras medidas que contribuyeron
a transparentar el sistema incluyendo la nómina tanto docente como
administrativa para terminar con el caos heredado, lo cual encontró inesperados
y rabiosos opositores.
No pocos han
querido hacer del 4% un botín más para
los predadores del Estado a través de la construcción de planteles, compras y
contrataciones, concursos y licitaciones
que siempre ganaban las mismas personas o sus testaferros, etc.
El arquitecto
Navarro ha intentado cerrar la llave de la corrupción para que el 4% se utilice
en su totalidad en el sistema educativo, no para enriquecer políticos y
empresarios corruptos. Sin embargo, una
pared muy alta le ha impedido sanear el sistema educativo puesto en sus manos.
Aunque parezca
extraño, Navarro, uno de los pocos puntos luminosos del gobierno, puede contar más con la colaboración de
quienes lucharon por el 4%, que aún se
encuentran en la Colación Educación Digna que preside el intelectual José
Mármol, que en el partido al que pertenece
y que ha debido brindarle todo su respaldo.
Educación Digna establece
en un estudio que sin “calidad en el gasto no puede haber calidad en la
educación”. La verdadera “revolución” está, entonces, en la racionalización, la
adecuación, los procedimientos y las normas; en tener claro los objetivos para
poder colocar al país acorde con los demás en la región, para no ser los
últimos en matemáticas y ciencias.
Si el gobierno
optimiza el 4% (calidad del gasto) los resultados se verán a menos tiempo.
En Educación no
cabe otra política, que no sea educativa. Todos: Empleados, profesores,
técnicos, funcionarios, sindicato y demás organizaciones civiles y políticas
tienen que ser parte de la solución, no del problema.
PD:
No sé si la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) hoy día es un sindicato o
una empresa.
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