Por Miguel Ángel
Cid Cid
La indigencia y
las enfermedades mentales vistas como estigma, no es un mal exclusivo de
República Dominicana. Lo que si puede ser típico de este país, es la manera
indiferente con que ciudadanos y autoridades tratan a quienes se encuentran en
esta condición de debilidad humana. Todo indica que muy pocos alcanzan a ver
que un indigente, mendigo, drogadicto o enfermo mental es en esencia, un ser
especial. En tal sentido, el tratamiento para integrar este sector social al
proceso productivo del desarrollo, debe ser tan creativo que raye en la locura.
En efecto, aquí
ser indigente es sinónimo de locura y modernamente se vincula la acepción a la
adicción, con mucho énfasis en el consumo de crack. Los propios mendigos que
pululan en las calles de Santiago afirman que “cuando uno pasa a ser “pipero”
es porque ya está loco”. Es lo mismo “pipero” que adicto a la piedra, nombre
que también se le da al crack.
Hace más de 500
años, Erasmo de Rótterdam concibió la locura como un elogio que le permitió
hacer discursos solemnes donde la estupidez aplaude la demencia y la ceguera. Antes
de Rótterdam, Luciano de Samósata, publicó “Virtuosa locura”, una loa sarcástica
que define la demencia como algo virtuoso. Ambos textos constituyen una sátira
de las supersticiones y las prácticas piadosas y corruptas de la Iglesia
Católica. Así también, ridiculiza la locura de los pedantes entre los que Erasmo
se auto incluye.
Siglos después, en
República Dominicana, el Dr. Antonio Zaglul Elmúdesi, escribió en 1952 “Mis 500
locos”, considerado por las autoridades de entonces, “un libro sospechoso”. En
la obra, el siquiatra resume su experiencia de convivencia con los “locos”
residentes en el sanatorio de Haina, del que fue director. En ella, relata las
más crudas y humanas experiencias vividas por sus pacientes.
Parece que los
500 locos del Dr. Zaglul, siguen deambulando por las calles dominicanas
multiplicados en la misma proporción del crecimiento poblacional y la
delincuencia. En ese orden, no existe un solo proceso de planificación
municipal o nacional que contemple un abordaje de este sector con la
singularidad que amerita.
En tal virtud,
yo me pregunto:
¿Será que no hay
una manera de integrar los “locos, mendigos, drogadictos e indigentes”, al
procero productivo del municipio y el país?
La “Ley No.
12-06, sobre salud mental”, consigna en los 12 literales del artículo 10, los
derechos de las personas que padecen una enfermedad mental. La citada Ley es
categórica al decir que, el acceso a la atención en materia de salud mental
debe ser la mejor. Incluso, tiene que ser adecuada a los “antecedentes
culturales en todos los establecimientos hospitalarios públicos y privados del
país”. Debe abarcar “cualquiera de los distintos niveles de atención primaria,
secundaria o terciaria”.
Esto quiere
decir, que quienes padecen enfermedades mentales deben ser tratados con
privilegios y enfocados en las perspectivas de que los pacientes regresen a su
entorno natural. ¿Cuál es su entorno natural? Creo no equivocarme si afirmo que
ese entorno natural no es más que la comunidad donde viven los familiares
cercanos al paciente.
De modo, que
según la ley los enfermos mentales hay que guiarlos para el regreso a sus
comunidades. Siendo así, hay que colegir que ese regreso los convierte en
actores del desarrollo local. Se impone entonces, poner en marcha una política
de atención y asistencia social para el estudio y tratamiento de la
discapacidad mental, que funcione al margen del clientelismo
político-electorero. También, hay que crear programas psicoeducativos para los
familiares y relacionados, en los tres niveles de atención de manera
permanente.
Si de “de
cualquier yagua vieja, sale un tremendo alacrán”, es lógico que de cualquier “loco
viejo” salga una loca idea de la ciudad que aspiramos. En suma, es imposible
construir el desarrollo sobre la base de la exclusión de un sector social. Hay
que estar loco de remate para argumentar la ausencia de capacidad solo porque quienes
componen el sector son “locos, mendigos, drogadictos e indigentes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Esperamos que su comentario contribuya al desarrollo de los gobiernos locales .