Por Luis Aníbal Medrano S.
Si finalmente es aprobada, promulgada y puesta en práctica la manoseada y
esperada Ley de los Partidos y Agrupaciones Políticas, sería algo beneficioso para la democracia
dominicana y por consiguiente se podría alcanzar una mejor nación porque se
iniciaría una readecuación de personas y entidades que han sido asaltadas por
la avaricia, el peculado, el oportunismo y una serie de factores de muy negros
aportes al devenir histórico de un país llamado hasta ahora, República
Dominicana.
Soy de los que tienen dudas sobre su final aprobación y es que la famosa
comisión encargada del buscar el consenso para su final término, después de
varios lustros de espera, no me inspira confianza, sus integrantes no son de
fiar, miembros de esa comisión especial son reconocidos negociantes políticos
que dan para todo.
Pero aun así, en el supuesto caso de que se logre su aprobación y
promulgación por el Dios Todopoderoso y Omnipotente presidente de la República,
sería un traje casi a la medida del partido gobernante, o sea, un “flu”
moradito tenue con las solapas amarillas, botones rojos pálidos con costuras de
hilo blanco desagradado.
Al estar en las manos del Congreso de Danilo Medina, la confección de esa
Ley de los Partidos y Agrupaciones Políticas, el país seguirá viendo que a los
verdaderos líderes se le cercenará sus aspiraciones políticas para darle paso a
ratas humanas, a comerciantes especuladores, a riferos estafadores de la
suerte, a narcotraficantes vestidos de gente seria, a lavadores de dineros
disfrazados de señores y muchas alimañas más.
Los partidos y movimientos seguirán siendo refugios de monaguillos
políticos que andan con el platillo de recoger limosnas, que buscan cualquier
pretexto para agenciarse un dinero y vivir como regularmente son, vagos
políticos sin liderazgo que no suma a su organización, que pican más que el Sol
de las doce pues son hábiles recaudadores de recursos económicos que por lo regular la gran mayoría ni siquiera
pasan por las arcas de sus organizaciones.
La sociedad dominicana tendrá que seguir soportando la existencia de sapos
políticos que se visten según el color de moda y brincan más que el hombre de
los charquitos, que no tienen escrúpulos para atacar un día una posición
política y en un santo y amén coincidir con ella como fruto del cambio radical
que ejecuta la llave de un nombramiento en el Estado.
Lamentablemente tendremos que ver actuar en el circo político dominicano a
los agentes vendedores de candidaturas congresuales y municipales, ofertantes de
nombramientos en el tren gubernamental sin haber ganado; a serruchadores de
palo por encargo, a expertos cambiadores de posiciones ganadas en buena lid.
Como buenos masoquistas que son muchos dominicanos, seguirán aplaudiendo
todas esas acciones o se quedaran callados; el día de las elecciones van a
vender su voto al mejor postor o no votaran por nadie por la falta de fe, por
la ausencia de gente con valía que no se acerca a practicar la llamada ciencia
política corriéndole a la putrefacción generalizada existente en esa parte de
la vida nacional, salvo honrosas excepciones que no quieren ser cómplice de un
país quebrado moralmente.
Es por eso que se debe concluir que, si no existiera una justicia secuestrada,
un congreso de levantadores de manos y una oposición fragmentada e infectada
por come siempre, la Ley de los Partidos
y Agrupaciones Políticas seria la tabla de salvación de los partidos y
agrupaciones y del país.
Luis Aníbal Medrano es Periodista, locutor, político y
municipalista residente en Nueva York.
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