Por Luis Aníbal Medrano S.
Si los seres humanos, en su mayoría, nos despojáramos de la pasión, el
fanatismo y la cerrazón, viviríamos en un planeta menos complicado y
desarropado de la sabana del conflicto eterno que va desde el entorno familiar
hasta el entorno general. Que lastima, así es que somos, y por eso estamos como
estamos.
Lógicamente, la tres cuarta parte de isla que por azares del destino nos ha
tocado habitar a una nacionalidad llamada dominicana compuesta de una mezcolanza
que nos hace especiales, genios en todo, alegre sin importar las circunstancias
por la que estemos atravesando. Esas son algunas de las características por las
que se nos identifica.
Dentro de todo eso, y es donde radica el objetivo del contenido de esta exposición
de ideas, tenemos la singularidad de que adjudicamos los males a otros, pero no
vemos en qué medida contribuimos a que estos surjan, cual es nuestra cuota de
responsabilidad en los males familiares, comunitarios y nacionales.
En ese sentido, vemos como en la actualidad se le está cargando el dado al
actual inquilino principal del habitacional marrón claro de la calle doctor
Delgado con la avenida México. No quiero decir de modo alguno que el infrascrito
poseedor de la firma de primer mandatario de la nación no tenga la mayor
culpabilidad del desastre social, político y administrativo imperante en la
República Dominicana en el desarrollo del decimo séptimo año del siglo XXI.
Pensemos con franqueza, el Partido de la Liberación Dominicana no debería de
estar gobernando a esta altura de juego, es asunto de causas y efectos, le
dejaron un hoyito abierto después que el pueblo lo desalojó con su príncipe a
la cabeza y lo dejaron colarse de nuevo, y ahí están, haciendo y deshaciendo, dueños de
todos los poderes públicos, amos y señores de la conciencia “picapollera” de
muchos de los dominicanos.
Preguntémonos con honestidad, que acciones han realizado la llamada oposición
dominicana para detener la aberrantes acciones de un partido que se vendió como
lo más puritano del globo terráqueo, nada, sencillamente nada. Es y al parecer
será una oposición que lo único que ha hecho es dividirse constantemente, de
venderse como prostitutas políticas de forma encubierta y aviesa, que sólo le
preocupa cómo se repartirá la cúpula el financiamiento que otorga la Junta
Central Electoral o en el extremo de los casos, algunos predestinados, hacer
creer que son los enviados especiales para salvar a los dominicanos. Lástima
que no puedan leer mi risotada.
Entonces no le tiremos todos los cajones al señor de los espejuelos
empañados, garganta clausurada y oídos de uso intermitente, no señor, busquemos
la raíz fundamental del descalabro moral, del saqueo, de la inconducta de
civiles, policías y militares. No vayan muy lejos, la razones están de frente,
activas, queriendo seguir ejercitando su función como Caballo de Troya, engatusando
con falsos liderazgos, permitiendo que lo poco que quede sea convertido en
patrimonios personales de los propietarios sin títulos del país.
Hasta que no aparezca alguien con un verdadero interés social, que no coja
corte a nadie, que imponga una verdadera separación de los poderes del Estado,
que piense en forma nacionalista, en pagar la deuda social que se tiene con los
dominicanos que anhelamos una comunidad renovada, seremos presas de la avasallante
y dictatorial manera de gobernar del nuevo benefactor de la Patria vieja.
Es por eso que concluyo plasmando estas realistas y
sinceras palabras, escritas con dolor de mi alma y enfurecido por el desengaño
de lo que debió ser y no fue, real y efectivamente, la culpa no es sólo de
Danilo.
Luis Aníbal Medrano S., es periodista, locutor, municipalista y político radicado
en Nueva York.
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