Por Claudio A. Caamaño Vélez
El presidente de la República hizo honor a
la errónea concepción de la rendición de cuentas, convirtiendo ese escenario en
un show populista, donde en lugar de dar informe de su gestión se centró en
promesas futuras; olvidando que aun no ha cumplido muchas de sus promesas
pasadas.
Destacó el crecimiento económico, sin tocar
sin embargo el endeudamiento público, ni mucho menos se refirió al informe del
FMI que llama a hacer reformas urgentes, debido a que de seguir así entraremos
en una situación de insostenibilidad financiera.
Así mismo trató la generación de puestos de
trabajo, enfatizando los generados por el sector turístico y las zonas francas.
Puestos de trabajo cuyos salarios no llegan a un tercio de la canasta básica;
puestos de trabajo que perpetúan el círculo de la pobreza.
Volvió a tratar las “visitas sorpresa”, no
son sorpresa nada, y que son una evidencia de la falta de institucionalidad y
la inoperancia de los ministerios.
En cuanto a la salud, habló de modernidad y
nuevas infraestructuras. Pero no dijo que los hospitales públicos están pasando
a un régimen “auto-gestionado”, donde los servicios son tan costosos como en
los centros privados, como es el caso de la Plaza de la Salud, del Hospital
Marcelino Vélez y el Darío Contreras.
Habló con mucho orgullo de las obras viales
concluidas el pasado año, muchas de ellas construidas por Odebrecht, y donde
han sido evidenciadas groseras sobrevaluaciones. Claro, esto último no lo
mencionó.
Tocó el tema seguridad, y dijo que como
padre comparte la preocupación de los padres dominicanos de si sus hijas
regresarán seguras a casa, lo cual es una exagerada demagogia, pues sus hijas
andan muy bien resguardadas, lejos de las vulnerables condiciones en que vive
la inmensa mayoría de los dominicanos. Lo que refuerza el carácter populista de
su discurso.
El tema de la inseguridad ciudadana ha ido
en franco aumento año tras año, y solo hemos escuchado promesas y promesas. En
esta ocasión, mas promesas y planes, pero sin tocar los resultados de los
planes anunciados en años anteriores. Así mismo habló de la dureza con que se
tratará los que cometan crímenes y delitos, olvidando que la corrupción es un
delito, y que los vinculados al más grande caso de corrupción en toda nuestra
historia, lo más drástico que se ha hecho con ellos es invitarlos a tomar café
al despacho del Procurador.
En lo referente a Punta Catalina, defendió
dicho proyecto a capa y espada, y señaló que la lucha contra la corrupción y la
impunidad está dirigida por los representantes de las empresas generadoras que
quieren que Punta Catalina no entre en operación. Olvidando por completo que la
misma empresa Odebrecht confesó los sobornos; obviando que esas generadoras que
cobran con las plantas apagadas lo hacen debido a los contratos que ellos han
firmando con esas empresas.
El mismo presidente que una vez dijo “no
tiremos piedras hacia atrás”, dice ahora “en mi gobierno no hay vaca sagrada”.
Vimos un Danilo Medina que se dice y se contradice, que ha perdido la
coherencia, y que ha dejado de ser merecedor del respeto de los dominicanos con
dignidad.
Algo que es importante resaltar fueron los
comerciales de Punta Catalina que se transmitieron previo al discurso. Con el
dinero del pueblo se pagaron anuncios para resaltar las “virtudes” del proyecto
que envuelve el más grande caso de corrupción en toda la historia de la
República Dominicana.
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