Día
Nacional de la Juventud (31 de enero, República Dominicana)
Por Kendra
Rodríguez
Especialista en
Género y Políticas de Igualdad en Educación Psicóloga, Docente y Comunicadora
En la foto: jóvenes del club Rotaract Mao Entre Rios
Que si es muy
joven; que si tiene escolaridad; que si no tiene experiencia; que su momento
llegará; que se faje hacer camino; éstas y otras muchas frases la juventud debe
escuchar cada día, en su afán de construirse como ente productivo de la
sociedad.
La juventud se
encuentra delimitada por dos procesos: uno biológico y otro social. “El
biológico sirve para establecer su diferenciación con el niño, y el social, su
diferenciación con el adulto” (Allerbeck y Rosenmayr, 1979:21).
La idea más
general de juventud hace referencia a la edad: etapa de la vida en la que, a
través de transformaciones se abandona la infancia y se penetra al mundo de la
adultez. Ahora bien, esto depende desde el enfoque con el que se analice, si es
socio-político, cultural o la psicología del desarrollo humano.
En algún país
varía según el marco legal. Ejemplo: para la Convención Iberoamericana de
Juventud es de 14 a 24 años. En cambio, otros: República Dominicana (Ley 49-00:
18 hasta 35 años) Colombia (Ley 1622: 14 hasta 28 años) Bolivia (Ley 342: 16
hasta 28 años) Perú (Ley 27802: 15 hasta 29 años) Honduras (Decreto 260-2005:
12 hasta 30 años)
En ocasiones,
resulta tan fácil hablar de este período de la vida, más cuando no se
cuestionan las necesidades por las que atraviesa este sector de la población:
el acceso a educación, salud, trabajo y participación.
En ese sentido,
la Red de Jóvenes de las Américas (RJA), un espacio de participación surgido en
el marco de la Cumbre de las Américas en el 2012, ha compartido en sus espacios
virtuales un material en que jóvenes de diferentes países plantean un poco de
la realidad que viven día a día y citan. Por ejemplo:
Según la
encuesta “MyWorld” en 2015, reflejó que los temas de educación de calidad y
acceso a mejores. Oportunidades de trabajo como prioridades terceras y primera
de la región.
Informes como
“Panorama laboral 2016 para América Latina y El Caribe” muestra que la tasa de
desempleo juvenil, aumentó 3%, llegando a 18.3% (la más alta en una
década).
En participación
política, presenta que actualmente el 51% de la población mundial es menor de
30 años, sin, embargo solo el 2% es miembro de congresos o parlamentos.
Esas
declaraciones exhibidas por la RJA en un visual realizado como forma de
colaboración al convenio establecido entre la “Organización Internacional de
Juventud de Iberoamérica” con NESTLÉ, se entiende, pues, un avance en la
dirección indicada, recordando que en el 2016 se logró el Pacto Iberoamericano
de Juventud y su plan de acción suscrito en Cartagena de Indias. Coincido con
Albert (1998:4) citado por Moreno y Martín (2016) en su artículo titulado “Ser
joven hoy en España. Dificultades para el acceso al mundo de los adultos”:
Señala de forma
muy acertada que, una vez los jóvenes han finalizado su período formativo, lo
hayan hecho con éxito o no, pueden tomar, fundamentalmente, dos direcciones o
bien dirigirse a la actividad, o hacerlo hacia la inactividad (tanto si están
desempleados como ocupados).
Estas dos
trayectorias no causarían incertidumbre en los jóvenes si no fuera por las
dificultades que estos tienen de cara a la inserción laboral, si la opción de
entrar al mercado fuera eso, una opción y no una barrera.
Esas dificultades
no sólo suponen un coste para el joven en el plano personal, sino que también
tienen un importante coste social, convirtiéndose esto en un tema de profunda
preocupación tanto para los poderes públicos, como para el propio mercado
laboral y para el sistema educativo. (P38-39)
Esto planteado
de forma general, pero ¿Qué sucede si hacemos una mirada a las mujeres jóvenes?
Inmediatamente pienso en la situación de las altas tasas de embarazo
adolescente en toda la región; en República Dominicana, por ejemplo, según la
Encuesta Nacional de Salud ENDESA (2014), 3 de cada 10 adolescentes está o ha
estado embarazada.
Las mujeres
inmersas en el sistema patriarcal experimentamos desventaja en salud. Torres
(2016) nos motiva a reflexionar sobre: la explotación sexual y las
desigualdades estructurales de género, la feminización de la pobreza, el
racismo sexualizado, la demanda de mujeres para el mercado de la prostitución,
la compra-venta del cuerpo de las mujeres como objetos sexuales, la laxidad de
las leyes y las falsas creencias de profesionales de la justicia, y de
intereses económicos creados por la industria del sexo.
Con respecto a
la educación, en las escuelas las niñas y las adolescentes cargan con los
estigmas de roles sociales asignados por género (limitación de acceso a algunas
prácticas deportivas, a las ciencias, la tecnología), las mujeres jóvenes están
ocupando altas estadísticas de la población universitaria sin embargo, no se
traduce a posiciones laborales de poder.
En política
partidaria, las mujeres muestran impresionante activismo, no obstante, cuando
se trata de alcanzar cargos electivos o toma de decisiones viven la desdicha
del cíclope llamado discriminación.
Aún la sociedad
se resiste hacer visible la desigualdad por género; ha de ser importante
evidenciar cuando hablamos de juventud. Según un trabajo realizado por
Srinivasan y Rodríguez (2016) titulado “Pobreza y desigualdades rurales:
perspectivas de género, juventud y mercado de trabajo”, Publicado por Naciones
Unidas, presentan los siguientes resultados:
La edad promedio de las mujeres jefas de hogares rurales se ha reducido,
ha habido un marcado aumento en la proporción de los hogares rurales con
jefatura femenina en el grupo de menores de 35 años.
Las tasas de
empleo pueden disminuir porque las personas más jóvenes permanecen en la
educación; pero las tasas de empleo pueden aumentar o disminuir, dependiendo de
las oportunidades del mercado de trabajo o de la necesidad de entrar en la
fuerza laboral.
El efecto neto
para las mujeres menores de 35 es negativo en Bolivia, Brasil, Costa Rica y El
Salvador.
Ocho países
experimentaron descensos en la tasa de empleo entre los jóvenes menores de 25
años (Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Panamá, Paraguay, El Salvador y la
República Dominicana), con Brasil y Costa Rica experimentando las reducciones
más significativas. Ser joven hombre y ser joven mujer nos expone retos y
desafíos que nos impactan de manera muy diferente, es necesario abordar las
temáticas de juventudes y género, tal como lo plantean los Objetivos de
Desarrollo Sostenible:
Objetivo 1 -
Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo. Objetivo 4 - Garantizar una educación
inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje
durante toda la vida para todos.
Objetivo 5 -
Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las
niñas. Objetivo 8 - Promover el
crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y
productivo y el trabajo decente para todos.
Objetivo 10 -
Reducir la desigualdad en y entre los países.
En el ODS 10 me
llama la atención el apartado que indica “potenciar y promover la inclusión
social, económica y política de todas las personas, independientemente de su
edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u
otra condición”.
A propósito del
31 de enero, marcado como Día Nacional de la Juventud en República Dominicana
les motivo a la reflexión: ¿Dónde estamos en materia de juventud? ¿Es la
juventud prioridad del Estado y de la Sociedad en general? ¿Cómo van las
acciones de los consejos provinciales y municipales de juventud? ¿Cuáles
políticas municipales de juventud existen? (Yo pensando en mi municipio Mao)
¿Cuáles políticas públicas nos faltan? ¿Que se cumplan o crearlas? ¿Cuál es mi
compromiso individual con las nuevas generaciones?
Con esto solo
pretendo abrir un espacio de diálogo, que no solo nos feliciten y nos
felicitemos por ser nuestro día para la juventud, lo que persigo es que mejor
aportemos a la construcción de espacios de participación juvenil (más allá de
ser la alegría y algarabía de la campaña electoral), exijamos en conjunto que
se realicen compromisos dirigidos a ser cumplidos a favor de una verdadera
inclusión de la juventud, porque como ciudadanía somos parte del Estado, somos
presente, somos desarrollo e innovación; conozcamos nuestros derechos y hagamos
uso de ellos.
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