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jueves, 27 de octubre de 2016

La oposición y la escogencia de la JCE


Por Paulino Antonio Reynoso (Toño)

Lo grave de todo esto es que, después de la carta de renuncia del magistrado Eddy Olivares, ninguno de los demás cuatro integrantes del organismo cuenta con el mínimo apoyo de los partidos de oposición, de la Sociedad Civil ni de los sectores sanos del pueblo dominicano.

El ambiente que precede a la escogencia de los miembros de la Junta Central Electoral está como un territorio apabullado y contaminado por los efectos invernaderos. Tanto el Senado, que es el organismo al que la Constitución le otorga el poder para escoger a los integrantes del organismo electoral, así como la JCE, son, junto con la Policía Nacional, los organismos más desacreditados en este momento en República Dominicana.

El país se encuentra con un Senado cuyos miembros están deslegitimados, en más de un  50%, por un fraude electoral confirmado por los organismos internacionales que hicieron las veces de observadores en las elecciones celebradas el pasado 15 de mayo.

Igualmente, el pueblo dominicano, y en especial los partidos de oposición y una franja amplia de la llamada Sociedad Civil, han tenido que soportar a una Junta Central Electoral compuesta por miembros titulares cuya credibilidad, en su gran mayoría, no llega a un 30% de aceptación.

Aunque con cierta timidez, los partidos de oposición han decidido proteger los intereses de la mayoría y sus propios intereses, pidiendo al gobierno y al oficialista Partido de la Liberación Dominicana, escoger jueces imparciales no contaminados con las bajezas que han enarbolado importantes dirigentes de este partido.

Recuerdo que hace algunos años, siendo la distinguida Aura Celeste Fernández miembro de la Junta Central Electoral y Hatuey Decamps alto dirigente del Partido Revolucionario Dominicano, ella renunció de dicho organismo después de una declaración pública donde Hatuey expresaba algunas ideas que reñían con la moral y la ética de tan respetable magistrada.

Lo grave de todo esto es que, después de la carta de renuncia del magistrado Eddy Olivares, ninguno de los demás cuatro integrantes del organismo cuenta con el mínimo apoyo de los partidos de oposición, de la Sociedad Civil ni de los sectores sanos del pueblo dominicano.

¿A qué árbitro que se respete se le ocurriría arbitrar un partido y al mismo tiempo expresar su simpatía por uno de los equipos en contienda?

Lo que ha ocurrido es que hemos perdido la vergüenza y da la impresión de que todo está permitido. Pero eso no va a ser así.

En medio de la campaña recién pasada, le envié una reflexión a nuestro ex-candidato presidencial Luis Abinader donde le expresaba mi total desconfianza a esa Junta. Sólo el magistrado Olivares había expresado su rechazo a los desmanes y a las sinvergüenzadas de estos jueces descarados, irrespetuosos e ineptos.

El retiro del diálogo patrocinado por Monseñor Agripino Núñez fue la decisión más correcta de parte de los partidos de oposición.

¿Cómo era posible que mientras dialogaban en aras de propiciar una correcta elección de los miembros de la JCE al mismo tiempo un senador, inepto, irresponsable e ilegítimo, como lo es el “representante” de la provincia Pedernales, estuviera dirigiendo un espectáculo para la escogencia de los miembros del organismo electoral?

No podemos seguir permitiendo que dos o tres dirigentes del PLD, llenos de dinero, de poder y de arrogancia se sigan burlando de un pueblo que lo único que le ha tocado en esta vida es sufrir.

Basta ya de seguir  dominando las ramas legislativas, ejecutivas y judiciales en base al robo y al engaño.

La oposición política que se respeta no puede ni debe participar en unas elecciones donde los árbitros, además de parciales, son mentirosos, irresponsables y corruptos.

Y no crean que nos referimos sólo  a los miembros actuales de la JCE. Es que la oposición política debiera anunciar públicamente y con firmeza que bajo ninguna circunstancia irá a unas elecciones donde los árbitros sean fruto de la actitud medalaganaria de los dirigentes del partido oficial.

Estamos en el mejor momento de sentar un gran precedente en la República Dominicana. Tanto los miembros de la  JCE, como los del Tribunal Superior Electoral y los de las demás cortes, deben ser escogidos con apego a las buenas costumbres, a la ética y a los mejores valores de la democracia.

El autor es dirigente político, educador y escritor dominicano.


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