Por Domingo Matías
La Cámara de Diputados aprobó la reforma al Código Procesal Penal. La
reforma incorpora un párrafo donde se establece la prohibición de la
interrupción del embarazo por causa de violación, incesto o por malformaciones
del embrión incompatible con la vida clínicamente comprobada. Para quienes
violenten esta disposición se establecen penas de 4 a 10 años a quién provoque
un aborto a una mujer. También, incluye penas de dos a tres años para la
mujer que lo cause o una persona que le ayude. En esa misma dirección, al
médico, enfermera, partera, cirujano, farmacéutico u otro profesional que
participe.
Quiero resaltar cuatro aspectos, sobre la decisión de los representantes de
los dominicanos y dominicanas en el Congreso Nacional:
Fe, religión y
Estado. El mundo religioso conservador ha estada ejerciendo
presión e influenciado en la toma de decisiones de los congresistas. La pasada
campaña electoral fue un escenario aprovechado para la incidencia política
religiosa. El veredicto de la fe no debe imponerse a la razón, tampoco a
decisión del Estado, el cual es responsable de garantizar derechos de diversas
comunidades creyentes, muchas con afinidad al aborto terapéutico.
También, los derechos de los no creyentes. La fe religiosa puede gobernar en
los templos, lo cual es legítimo. Si la fe gobierno la sociedad se convierte en
coerción, que es una manera burda de manipulación. A esto no puede prestarse un
representante de la diversidad social, económica, política e ideológica que
está asentada en el territorio del diputado o diputada.
La ciencia. El representante debería operar, en este caso, bajo una
racionalidad científica. Aunque el representante sea conservador, que es el
caso de los diputados que aprobaron el remiendo al Código Penal, no puede
obviar las teorías demostradas por la ciencia. Una representación congresual de
calidad aborda la recolección de datos cuantitativos y cualitativos con
investigadores o estudiosos de diversas disciplinas, con profesionales de la
conducta y de la psiquiatría sobre lo factible y viable de eliminar la práctica
del aborto en cualquier circunstancia. Estos son los profesionales que tratan
con las víctimas de violencia sexual e incesto. Se supone que como
representantes pudieron consultar sobre la interrupción del embarazo en caso de
malformaciones del embrión. Además de los curas y pastores del conservadurismo,
el legislador siempre, en casos como estos, debe acudir a la ciencia, a los
científicos, gremios de profesionales y médicos especializados.
Legalidad y
legitimidad de las decisiones. La legalidad ganada por el voto y la legitimidad perdida en el ejercicio
del poder, es el dilema de los representantes. Es decir, ganan elecciones, pero
legislan de espalda a los que dicen representar. Incluso, muchos pierden
legitimidad desde el mismo momento en que apuestan para que sus partidos lo
coloquen en las boletas, como consecuencia del modelo de competencia o
procedimiento para obtener la candidatura. Esto se traduce en ampliar la base
de pérdida de legitimidad, porque tampoco la tienen en sus partidos, actúan sin
consultar a la militancia y en muchos casos a la dirigencia. Ni las élites
partidarias asumen posiciones públicas sobre el asunto o imponen disciplina. Lo
que ha ocurrido con la aprobación del artículo, a todas luces inviable, sobre
el abordo deviene en mostrar que el sistema de partidos no tiene coherencia ni
consistencia en la línea de pensamiento. La Presidencia de la República y
varios ministros, del mismo partido de los diputados que aprobaron el artículo
de marras, no están de acuerdo con el mismo.
Las clases
sociales. Las consecuencias de la
prohibición radical del abordo en todas las circunstancias tiene un impacto
devastador en los estratos socio-económicos bajos, los cuales quedarían
desamparados y desprotegidos por el Estado en caso de violencia sexual,
incestos, malformaciones, Etc. Estos estratos acudirían a prácticas
clandestinas para abortar, las cuales traen efectos negativos en la salud. Una
prohibición absolutista abriría más la brecha para las prácticas abortivas en
escenarios transnacionales, lo cual podrá hacerse, y se hace actualmente, desde
los estratos socio-económicos altos y medios. Las cifras registradas por la OMS
señalan que el 95% de los abortos que se llevan a cabo en América Latina son
inseguros y peligrosos.Con su falta de cumplimiento del rol de representante,
el legislador estaría aportando a la promoción de la desigualdad social para
que sus representados tengan menor acceso a la salud. Estaría aportando para
que los indicadores de cohesión social de la Estrategia Nacional de Desarrollo,
aprobada por los propios legisladores, tengan menores posibilidades de ser
alcanzados.
La decisión de los diputados y diputadas, los que aprobaron la reforma al
Código Procesal Penal, está desapegada del sagrado deber de representación del
pueblo que los eligió. Por lo tanto, la calidad de la representación está
devaluada. En
fin, la capacidad del legislador es penosa.
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