Por Miguel Ángel Cid Cid
El
auge de la violencia es cada vez más acusado en nuestro país.La prensa no da
abasto para reportar los hechos delictivos que ocurren en cada rincón del país.
Por ello muchos acontecimientos se producen sin que los medios de comunicación
se hagan eco. ¿Y las autoridades? Inventando pendejadas. Perdón. Entreteniéndose
conlas teorías de la percepción. Mientras la población entre el miedo y la desesperación sólo le
queda rezar.
Sin
embargo, el rosario de crímenes, atracos, robos y violaciones de todo tipo, no decrece
ni con diez avemarías ni cinco padrenuestros.
En
la comunidad de Don Pedro, meses atrás, perdió la vida un facineroso en un
enfrentamiento con otros de su misma calaña. En pleno velatorio sus compañeros
de fechorías destaparon el ataúd y colocaron encima del cadáver decenas de
armas de fuego de diferentes calibres.El acto fue una perversa ceremonia que celebraba
y honraba la dedicación del fenecido en el arte del delito.
Pero
el ritual no termina ahí. La vela de los nueve días concluyó con un desfile
motorizado, amenizado por disparos al aire por todo el trayecto. Y esa
procesión se repite cada mes, al final de los rezos. El grupo, armado hasta los
dientes, disfruta infundir terror a la comunidad.
Más
reciente, en este mismo mes de junio, un joven le arrancó la vida de un disparo
a su ex compañera, con quien procreó dos hijos. El hombre se presentó a la
Disco Terraza Eli, en Don Pedro, donde suponía su mujer bailando con otro. Ni
bailando con otro ni en la Eli. La pobre mujer estaba afuera, a unos metros de
distancia del lugar. Sin mediar palabras, el tipo la arrastró por los cabellos
y a puras trompadasla subióa un motoconcho.
Ya
en un callejón apartado, bajo la oscuridad de la noche, le disparó.
Ahí
no hubo compasión. Pero tampoco la hubo al día siguiente en la comunidad vecina
de Monte Adentro, donde otro joven degolló a su ex esposa. No conforme con
ello, se puso una soga al cuello y se ahorcó. Se diría que para perseguirla en
la otra vida.
Y
es que en Monte Adentro y Don Pedro se delinque a lo lindo, a lo Pedrito Navaja:
que “Aunque todo el mundo lo vio nadie ha visto nada”. Por las noches, de lunes
a lunes, los bandidos patrullan la zona “con las armas en las manos”. Algunas
veces se espantan y con puntualidad llega la policía. Allí montan ellos el otro
espectáculo: detener inocentes para picar lo de la cena. Porque, ¿sabe comoé?
Todo
ello es, con todo, nada. Si lo comparamos con la banda criminal que asesinaba
choferes para despojarlos de sus vehículos, desaguarlos por piezas o meterlos
de contrabando y venderlos en Haití.
Esa
banda de ladrones asesinos operaba en la región oriental del país. Su forma de
operar delatan los rasgos patológicos de esos verdugos, de esos monstruos.
¿Cómo
se descubrió la pandilla? Pues por pura casualidad. Uno de los bandidos fue investigado
por el asesinato de un hombre que apareció con un blockal cuello en el río
Higuamo, en San Pedro de Macorís.
Una
cosa llevó a la otra. Las confesiones del bandolero condujeron a los
investigadores policiales al pozo convertido en fosa común para quienes
resistían el atraco. Las víctimas eran arrojadas vivas al pozo, no sin antes
cubrirleslas cabezas con bolsas plásticas. Mientras caían al fondo sus cuerpos
se desgarraban con las paredes del agujero.
Como
ya se dijo, tanto el Ministro de Interior y Policía, como el ex jefe de la Policía
Nacional, aseguran que el supuesto auge de la delincuencia es pura percepción. Sin
embargo, el recién designado jefe del cuerpo del orden, declaró que hemos
pasado de la delincuencia pura y simple a la epidemia de la delincuencia. No
obstante, dejó caer la gota fría: la contradicción de que los actos
delincuenciales vienen reduciéndose.
¿Qué
creo? O es una cosa o es la otra.
Y la otra cosa es que si seguimos tratando de
tapar el sol con un dedo, pronto llegaremos auna pandemia de la delincuencia. A
Dios que reparta suerte.
Miguel Ángel Cid
Twitter:
@miguelcid1
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