Por Miguel Ángel Cid Cid
Cuando el Presidente de la República puso el primer pie en el vano de
la puerta del local, Juan Morris Durán tenía una réplica del sable del patricio
Juan Pablo Duarte en alto. La multitud que copaba el lugar permanecía en
silencio expectante.El primer mandatario enfiló en dirección a Morris, quien
estaba parado detrás del pódium. En ese instante Morris dejó caer el sable
sobre el podio y de pronto todos los presentes se pusieron de pies y entonaron
las doce estrofas del Himno Nacional.
El presidente sorprendido se detuvo. Sabía que estaba pisando recinto
sagrado: la Logia Perseverancia de Moca. Entonces, con la mano derecha sobre el
pecho, esperó que concluyera el canto patrio.
***
El ex presidente Leonel Fernández Reyna estaba viviendo entonces el
período de transiciónde su gobierno y entregaba al Ing. Hipólito Mejía. Hacía a
la sazón un periplo de despedida por diferentes pueblos, visitando
organizaciones sociales y personalidades de prestancia.
En ese momento, el fenecido Juan Morris Durán, hombre de “armas a
tomar”, era el presidente de La Unión de Juntas de Vecinos de Moca.
La Unión es una organizaciónde segundo nivel. Integra y coordina los
trabajos de cientos de juntas de vecinos de la provincia Espaillat. La
particularidad de esta congregación descansa en su alta capacidad de
movilización social.
Para que el lector tenga una idea de la influencia de esta Unión de
Juntas de Vecinos, le daré algunos hechos. Gestionan un programa de televisión
semanal en un canal local y otro programa en la radio a nivel nacional. Para su
trabajo cotidiano poseen vehículos institucionales y sostienen una alianza
estratégica con la Logia Perseverancia.
De manera que la UJVM puede, en cuestión de días, garantizar un
encuentro con cientos de dirigente de organizaciones comunitarias en la
provincia Espaillat. Desde la óptica del político, el conglomerado representa
un capital insoslayable, capaz de aportar los votos para ganar las elecciones
locales.
Pues Juan Morris llegó a la Logia Perseverancia, sita enla calle
Restauración, antes de la 9:30 am, tiempoen que se
programó la actividad con el presidente. El local estaba de bote en bote.
La hora del encuentro se acercaba. El presidente Fernández, célebre
por su impuntualidad, no daba señales de aparecer. Morris se movía inquieto, de
un lado al otro del salón. Le hervía la sangre de ansiedad y sudaba
copiosamente.Unos minutos más tarde, no aguantó más.
Sacó el teléfono móvil de su bolsillo, y marcó el número de Leonel.
Nadie respondió. Marcó otra vez, y otra… hasta que un espaldero del presidente
respondió la llamada.
–El presidente no puede
atenderlo ahora – dijo y cerró el teléfono.
La seca respuesta enfureció al líder comunitario. Morris insistió en
llamar hasta que un miembro del equipo estratégicole atendió.
– El presidente está en una
reunión con los empresarios y comerciantes de la provincia Espaillat, después
de terminar irá donde usted. — Le dijo.
–Entonces, si los empresarios y
comerciantes son mejores que nosotros, dígale a Leonel que se quede con ellos,
que se olvide de la reunión con nosotros. – dijo lleno de rabia.
Fue una reacción inesperada para el engreído servidor del príncipe, quien
turbado, decidió pasar la llamada al Dr. Fernández. Al pasar la llamada, sin
embargo, cometió otra indiscreción.
– Señor presidente, es el loco de las juntas de vecinos, dice que se
olvide de la reunión.
El ayudante del presidente lo dijo bajito, como en secreto, pero
Morris, que estaba atento al teléfono, pudo escucharlo.
Leonel Fernández conversó con Morris Durán y acordaron una nueva hora
para el encuentro.Los vecinos tendrían que esperar casi una hora más en la
Logia Perseverancia. Una espera que Morris Durán aprovechó para reorientar el
recibimiento al líder político.
–Le daremos el recibimiento que se merece –, dijo Juan Morris.
***
De modo que concluido el himno, Fernández avanzó triunfante hacia la
mesa principal. La gente lo saludaba, y él respondía con sonrisa y amabilidad extendiendo
la mano. Morris lo presentaba con algarabía. Asumía el papel del buen
anfitrión, como si toda su rabia hubiera pasado.
Pero entonces los ayudantes del príncipe trataron de colocar la “silla
de alfileres” en el foro, como también le dicen a la silla presidencial. Entonces
Morris, con dominio total del escenario, miró hacia atrás y, al ver la gigante
silla exclamó:
–¡y eso que significa! –. Sin titubeo
los ayudantes le respondieron: esa es la silla del presidente.
Morris volteó hacia el auditórium. Escudriñó despacio la audiencia. Y
sin siquiera pronunciar el nombre, dijo:
–¡Si él no puede sentarse en nuestras sillas, que se vaya!
Miguel Ángel Cid
Twitter:
@miguelcid1
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