Por César Pérez
No sería descaminado decir que la aplastante mayoría de la gente auto
percibida contraria al presente gobierno hubiese preferido que las diversas
componentes de la oposición hubiesen sido capaces de llegar a un gran acuerdo
político. Por el momento no ha sido así, pero existe un contexto para que esa
oposición converja en la sistematización y sustentación de las denuncias contra
el gobierno basadas en datos sólidos, tal como lo está haciendo una de sus
principales componentes, iniciándose de ese modo una inédita campaña electoral
sustentada en denuncias/propuestas.
Muchos lamentan que de nuevo importantes sectores de la oposición tomen
el camino de la dispersión, ante una coyuntura electoral caracterizada por la
existencia de un partido/gobierno que tiende a perpetuarse, que monopoliza
todos los poderes del Estado, violador de la libertad de protestar, de
representación y de elección de propios y ajenos. Sin embargo, existen indicadores que permiten pensar que a
pesar de todo, estos podrían centrar sus esfuerzos contra el objetivo
fundamental: ese partido/gobierno/Estado, evitando inútiles distracciones.
El Presidente y su partido no tienen ningún empacho
para utilizar al máximo la estructura de corrupción en que se ha basado el
poder que ostentan, pero nunca se habían visto
enfrentados por una oposición con capacidad de combatir esa estructura sobre la
base del dato y de la propuesta.
Finalmente, esta capacidad se ha manifestado con el desmonte de la falacia de las “visitas
sorpresas”, la asignación presupuestaria a los ayuntamientos, distritos
municipales y a agricultura, la denuncia de las mafias controladora de la OISOE
y de los precios de los hidrocarburos y del manejo del Presupuesto relativo al
4% a la Educación.
En la presente campaña electoral, alrededor de esas y otras denuncias
podría la oposición centrar sus acciones, intercambiando informaciones,
evitando innecesarias competencia entre ella, coordinando en la medida de lo posible
la participación conjunta en
iniciativas de protestas de calles
para recuperar ese escenario, ese territorio, que ha sido y es el lugar
donde se ha construido la democracia en esta parte del mundo.
La calle, la plaza, debe ser recuperada para impedir que este gobierno
siga acentuado la vieja tradición de los poderosos de reservarla para que
agentes policiales y militares repriman a quienes ejercen el derecho a la
protesta. Una barbaridad, que en parte explica el significativo déficit de
participación ciudadana efectiva en la cosa pública. La oposición no ha logrado la
construcción de un esperanzador y único polo opositor, pero todas tienen en el territorio la oportunidad
e imperativo de actuar unitariamente para cerrarle el paso al Presidente
reeleccionista.
Es difícil la construcción de un bloque opositor, grandes déficits de
producción de reflexión política de significativo nivel y nuestra limitada
formación general lo dificultan. Pero, la gente no puede entender por qué sectores de origen o militancia de
izquierda sean tan reiterativos en enfrentar de manera dispersa procesos
electorales como el actual. No entiende las reiteradas razones que estos
esgrimen para trillar el camino de la dispersión.
Afortunadamente, esos sectores tienen la oportunidad de aprovechar este
inédito momento de la oposición en que el dato sustenta la
denuncia/propuesta contra un gobierno que se bate a la defensiva.
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