Por JUAN T H
Este jueves 23,
9 de la mañana, continúa el juicio en la
cuarta sala penal del Distrito Nacional en mi contra, por alegada difamación e
injuria, incoada por Félix Bautista, antiguo
director de la Oficina Supervisora de Obras del Estado (Oisoe) durante el
gobierno de Leonel Fernández, quién dijo quererlo “como a un hijo”.
El senador y
secretario de organización del Partido de la Liberación Dominicana se considera
injuriado y difamado porque “alegadamente”
lo acusé de haber formado parte (aun forma parte) “del grupo que se robó el
país”.
Los abogados
Manny Sierra, Jorge Luís Polanco, Miguel Surun Hernández, entre otros que he
consultado, consideran que la demanda debió ser rechazada por “improcedente y
mal fundada”, o mejor dicho, por falta de formulación precisa de cargos,
ya que “robarse el país” es una metáfora. No
constituye una imputación precisa.
La magistrada
que conoce el caso, Awilda Reyes Beltré, es
la misma que un domingo cualquiera autorizó la devolución de 20.8
millones de dólares a una empresa vinculada al narcotraficante Arturo del
Tiempo Marques, preso en España, y que el Procurador General de la República,
Francisco Domínguez Brito, pidió fuera investigada.
Esa magistrada,
por razones éticas debió inhibirse; pero
se mantiene en estrado actuando de manera prejuiciada y en complicidad con el dirigente político y sus
abogados con el deliberado propósito de
condenarme, a lo que no le temo, porque al fin y al cabo el pueblo ya emitió su
sentencia. Y no es a mí, a quien condena.
Durante todo el
proceso, que ya es largo, la magistrada me
ha negado todos los derechos
constitucionales, como lo es el derecho a la prueba, que forma parte del
derecho a ser oído, razón por la cual la he recusado, y hasta la he sometido por falsedad intelectual. (Por ejemplo, no tengo derecho a presentar testigos a
pesar de que solicité más de cien, pero me conformo con dos: Leonel Fernández
y Francisco Domínguez Brito.
Este jueves 23
acudiré a la cita del Palacio de Justicia (será de “injusticia”), consiente de estar ante una jueza, cuanto
menos, subjetivamente parcializada,
para continuar con el juicio en mi contra por difamación e injuria.
Mientras tanto,
repaso algunas notas aparecidas en los
diarios y un documento de trascendental importancia publicado por
Participación Ciudadana titulado: “Acusación de Corrupción contra el senador
Félix Bautista. Preguntas y respuestas sencillas para entender el expediente
acusatorio presentado por el Ministerio Público ante la Suprema Corte de
justicia, y algunos antecedentes del imputado principal.
De acuerdo con
el expediente acusatorio de la Procuraduría, de 412 páginas, “la investigación
puso de manifiesto que antes de 2004 el señor Bautista no tenía actividad
laboral o comercial que justifique la fortuna que ostenta”.
Félix Bautista
es un mago de las finanzas. Merece el premio de la Academia Sueca en economía.
En su primera declaración jurada de bienes en el año 1996 juró tener, como
patrimonio total y absoluto, 547 mil pesos. Esa suma –digo- cualquier buhonero
de la 27 con Núñez de Cáceres, la tiene.
En la Oisoe tenía un salario de 57 mil pesos mensuales. En el 2005
declaró más de 9 millones; en el 2008 aseguró tener diez millones y en el 2010,
juró un patrimonio de 16.1 millones de pesos. De ahí en adelante, el salto fue
de garrocha como en los Juegos Olímpicos. Su fortuna se disparó
incalculablemente. Hoy es uno de los
hombres más ricos y poderosos del país, dueño de medios de comunicación,
periodistas, abogados, senadores, diputados, fiscales y jueces en todas las
escalas.
Como premio, el
triturador de tiburones podridos lo proclama candidato a senador nuevamente.
Pronto quedará libre de pecado gracias a la benevolencia de la justicia que
compró; yo, sin respaldo del Colegio de Periodistas, de la sociedad civil, ni
de los partidos de oposición, condenado.
Como dijera el
poeta Mateo Morrison, “esa puede que sea su paz, pero es mi guerra”.
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