Por Miguel Ángel Cid Cid
Desde la asunción del concepto desarrollo por las ciencias
sociales, son muchos los estudiosos que tratan de explicar con pertinencia esta
noción. Unos la visualizan en función del ingreso per-cápita; otros, por la
infraestructura de un pueblo; y, más reciente, las Naciones Unidas lo definen
como “desarrollo humano”.
Más de un enfoque establece que el término no amerita apellidos. Es
suficiente decir “Desarrollo”. Éste incluye el todo, es decir, la comunidad,
pueblo o localidad.
Ésta perspectiva va en contra de quienes establecen el desarrollo
afincado en dimensiones específicas. El desarrollo visto desde el punto de
vista de los intereses locales. Es decir, en crecimiento de lo poco a lo mucho,
de lo chico a lo grande, de lo municipal a lo provincial, de lo provincial a lo
nacional.
¿Qué es, entonces, el desarrollo local?
Trataré de explicarlo a partir de un buscador virtual. A Google, por
ejemplo. Lo primero que debes saber al buscar una información es, precisamente,
qué es lo que quiere encontrar. Pongamos por caso la palabra “frontera”.
Al escribirla en la barra de búsqueda y pincha en la lupa de la derecha,
al instante aparecerán miles de titulares haciendo alusión a la frontera.
Toda ésta información puede abrumarte, pues el tiempo no alcanza para
leer y analizar tantos datos. Por tanto, lo que se estila es echar un vistazo a
los títulos y afinar la búsqueda. Lo que te lleva a determinar sobre qué
frontera quieres información. Y entonces seleccionar la dirección web que te
indique el objetivo de búsqueda o que te acerque a él. E ir guardando los
hallazgos.
Al final de la búsqueda es muy posible que termines teniendo un ensayo
sobre la frontera dominicana con Haití. Profundizando por ahí veras sus
conflictos migratorios, el mercado informal, legítimo e “ilegal”, y las reseñas
del drama humano y las condiciones trágicas de la pobreza extrema, que son el producto
de la desigual distribución de la riqueza.
De modo que si asumimos literalmente el método de búsqueda en Google,
estaremos compelidos a entender que, para concretizar el desarrollo local, es
menester visualizar el todo. En ese sentido, hay que conocer mínimamente el país y enfocar los puntos
donde se intervendrá para potenciar el aprovechamiento de los recursos locales.
Visto así, podría pensarse que están en razón quienes conciben el
desarrollo desde lo global para aterrizar en lo local. Pero esa afirmación es errada.
Conocer lo global para enfocar lo local es, consecuentemente,
totalmente inverso al citado parecer. Esto implica intervenir territorios y
poblaciones específicas; fundamentarse en la realidad particular de cada caso;
capacitar los recursos humanos de la comunidad; construir conocimiento con sus
saberes, combinados con los conocimientos técnicos, como una forma de producir
niveles de identidad que facilite el amor propio entre los actores. Éstas
herramientas serán claves para la generación de fuentes de empleos dignos, de
los cuales las personas sientan orgullo al realizar sus tareas cotidianas.
Una intervención con estas características transformará los medios de
producción tradicionales, dará surgimiento a un proceso justo de generación de
recursos y de comercialización. Y desde
esa lógica de lo local, se contribuye inexorablemente al desarrollo global o
nacional.
De todas formas, una buena intervención,
sustentada en la realidad particular de cada localidad es liberadora,
sustentable y sostenible, porque aporta valor agregado. En cambio, las
donaciones simplemente son humillantes, te prosternan hasta golpear el piso.
De modo que una educación cultural, sustentada en la realidad específica
de cada comunidad, contribuirá en el proceso de transformación de las
localidades intervenidas.
Porque ¿Cuál es el propósito del desarrollo? ¿Hay uno diferente que no
sea el de liberar para transformar la gente, y con ellos a sus propias
comunidades?
Miguel Ángel Cid
Twitter:
@miguelcid1
8 febrero 2015
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