Por Miguel Ángel Cid Cid
De acuerdo a los estudios de la percepción electoral realizados en nuestro país --hasta
el día de la convención del Partido Revolucionario Moderno (PRM)--, la
reelección del Presidente Danilo Medina no admitía competidores en el Partido
de la Liberación Dominicana (PLD) ni, mucho menos, fuera
de éste.
Pero la percepción social --más aún la política --, es dinámica, coyuntural,
cambiante.
La elección de Luis Abinader como candidato presidencial del PRM y la
actitud de aceptación de su principal contendiente, el expresidente Hipólito
Mejía Domínguez, aporta un cambio significativo en la presente coyuntura
electoral, con miras a las elecciones a celebrarse en mayo del año 2016,
poniendo en peligro la continuidad del PLD en la cabeza del gobierno.
Y no es para menos. Los estrategas del proyecto reeleccionista y del
propio PLD, así como la alta dirección del Partido Revolucionario Dominicano
(PRD), incluyendo a su presidente el Ing. Miguel Vargas Maldonado, apostaron a la
idea de que la convención perremeísta terminaría, en caso de que Mejía fuera
vencido por Abinader, en un trauma institucional, en un desastre.
Sin embargo, el proceso de elección interno del PRM para seleccionar
su candidato aconteció como estaba previsto. Siendo un partido recién formado,
con una dirección provisional e incompleta, resultaba lógica la sucesión de
múltiples irregularidades. Irregularidades que a todas luces facilitaban la
impugnación de los resultados, sin que esto constituyera un acto de
irracionalidad política por parte de los impugnantes. Pero, a pesar de existir
razones suficientes para ello, nadie interpuso un recurso de nulidad del
proceso. Muy por el contrario, los resultados fueron asumidos sin titubeo por
el universo de los contendores/as, incluyendo al más cercano competidor del
vencedor, el expresidente Hipólito Mejía.
Todavía más: Mejía no solo reconoció el triunfo del Dr. Luis Abinader,
sino que, además, le entregópúblicamente su equipo de trabajo sin condiciones,
excepto la de sacar al país de la crisis en que lo tiene sumido el PLD y el
Frente Patriótico.
Esta contundente posición asumida por el presidente Mejía debe
constituir una lección de mérito incalculable para las nuevas generaciones de
dirigentes y líderes políticos en nuestro país. Porque ella no es el simple
reconocimiento del triunfo de uno sobre el otro. Más que eso, constituye una
mirada más allá de los intereses personales e individuales. Implica el respeto
a lo institucional y el paso franco a sangre nueva, a abrir la puerta a la
juventud y al desarrollo de nuevos y frescos liderazgos.La apuesta de Hipólito
Mejía es clara: la construcción de un partido diferente a los que tenemos.
Consecuentemente, el triunfo de Luis Abinader y el apoyo irrestricto
de Hipólito Mejía produjo en el electorado dominicano un impacto palmario,
acelerando la desesperación de los movimientos de la reelección y colocando al
PRD con Miguel Vargas en situación precaria, evidenciando a éste último como el
principal ente de discordia en su propio partido.
Las réplicas del sismoPRM son de magnitud tan profundas que la
reelección aún no se levanta del revés. No ha sido suficiente la puesta en
marcha de rumores que anuncian un posible golpe de Estado por parte de sectores
internos del PLD. Ni incluso, los supuestos intentos de envenenamiento del Presidente
Danilo Medina ni, mucho menos, el anuncio de una de las serpientes de dos
cabezas dando crédito a la posible reedición del funesto Frente Patriótico,
esta vez, encabezado por una troica compuesta por el PLD, Miguel Vargas
Maldonado y su PRD y lo que queda del PRSC presidido por el Ing. Quique Antún.
Estas y otras tantas bolas de humo son lanzadas al aire, a ver si
prenden.Pero con ellas solo consiguen redimensionar aun Luis Abinader, a su candidatura,
a su figura limpia y fresca y a un PRM que fortalece su estructura interna,
consolidándose como un partido de efectos demoledores para los grupos que
pretenden perpetuarse en el Poder.
Miguel Ángel Cid
Twitter:
@miguelcid1
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