Por Faustino Collado
Los acontecimientos
ocurridos dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en los últimos
30 días invitan a una reflexión tomando en cuenta la teoría de los partidos
políticos, incluyendo la expuesta y practicada por su fundador Juan Bosch.
Para mí el PLD, como
partido, murió el 27 de mayo del 2015. No es que antes no experimentara
malestares, como los de 1978, con la salida de su primer Secretario General,
Toñito Abreu; dolores de cabeza como los de 1990, con la renuncia
breve de Juan Bosch y la salida de un importante grupo de peledeístas (Max
Puig, Nélsida Marmolejos, Vicente Bengoa, etc.); intervenciones quirúrgicas,
como las del 2002, con la expulsión de los nueve diputados que votaron por el
restablecimiento constitucional de la reelección. Pero, en mayo del 2015
el paciente ha fallecido. A fecha fija y testamento incluido.
A pesar de las
tensiones, que son normales en toda organización política, como las del 2008,
con las pretensiones de Danilo Medina de ganarle la candidatura presidencial al
Presidente Leonel Fernández, y su famosa frase: “Me venció el Estado”, el PLD
se había mantenido, momentos más, momentos menos, con las banderas y principios
del esencialismo partidario, como la representación de los intereses
generales, un esquema legal referenciado en un estatuto que guía el
funcionamiento interno alrededor de la preeminencia de los organismos, los
métodos para tomar decisiones de la unificación de criterios y del centralismo
democrático, el no dirimir las diferencias internas por los medios de
comunicación; se mantenía la disciplina partidaria alrededor de las decisiones
de los organismos superiores, como vinieron cumpliendo estrictamente los
diputados y senadores en el Congreso, entre otros.
Claro está, mayo
tuvo su abril, su agosto, su sueldo 13 y todo. Por ejemplo, en los últimos años
la mayoría de los organismos (Comités, Secretarías, Comisiones) habían dejado
de funcionar, los congresos se posponían y se prolongaban los períodos de los
miembros del Comité Central, prácticamente el único organismo que funcionaba
era el Comité Político; el periódico, como orientador y organizador colectivo,
había desaparecido; la parte ideológica, incluyendo la ética, ya había empezado
su calvario en 1990, justamente después de la caída del Muro de Berlín, hasta
ser crucificada y recibir la estocada mortal con el filoso cuchillo de la OISOE
entre el 2004 y el 2012.
Pero lo de
mayo del 2015 es otra cosa: el Comité Político, único y máximo organismo
funcional, perdió su virginidad y soltería, al rebelársele el Presidente del
partido y una parte importante de la bancada congresual; las diferencias se
dirimieron públicamente, incluido en los tribunales; la llegada de una solución
(de corto plazo) sólo fue posible por un acuerdo intuitu personae, de dos, no
de organismos, lo que trasgrede los principios básicos que hicieron posible la
construcción, diferenciación y éxito político del PLD.
Recordamos siempre
la afirmación que sobre el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha dado
Euclides Gutiérrez Féliz: “El PRD no es un partido, es una federación de
grupos”. Lo que me pareció siempre correcto. ¿Y ahora, que es el PLD? Es
evidente que si no es una federación, porque dos grupos serían pocos, aunque
juntos son dinamita, y juntos son más que dos (Mario Benedetti, Te
quiero: si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice y todo/ y en la
calle codo a codo/ somos mucho más que dos), por lo menos se puede decir
que se ha dado cédula de identidad y pasaporte a un oligopolio político, un
cártel partidario, que es el que hace y deshace, con lo que el ser partidario
se retrotrae al siglo XIX, cuando empiezan a surgir los partidos políticos,
diferenciándose de los clubes de amigos, de los grupos regionales, de los
gremios, de la influencia de los lores y dones, que es a lo que ha vuelto el
PLD.
Oigamos ahora la
réplica de Glaucón o a Teeteto: 1. En los partidos siempre ha habido y habrá
diferencias. 2. Los grupos son agregaciones normales de los humanos (y hasta de
la naturaleza), atendiendo a coincidencias, afinidades, intereses, en todos los
partidos hay grupos. 3. La diferencia entre las personas, sus aptitudes,
actitudes, voluntades, lleva a la necesidad de los líderes, los que son
catalizadores de los sentimientos y razones colectivas. 4. No es lo mismo un
partido de cuadros y pequeño, que un partido de masas y grande, por eso al PLD
de hoy no se le puede evaluar con los parámetros de sus inicios. 5. Bosch se
esforzó por hacer un partido diferente, basado en modelo leninista de
organización, pero, en realidad, nunca lo logró, por eso las implosiones que
experimentó cada cierto tiempo. No existe un modelo partidario puro, sino, una
combinación del leninismo, el parlamentarismo organizativo, el liberalismo y
flexibilidad de los métodos. 6. La ideología que hoy se practica en casi
todo el mundo es la del pragmatismo, de manera que son las coyunturas las que
determinan lo que es correcto en una situación. 7. La cultura política
imperante, la evolución del sistema político, incluido el sistema electoral,
determinan los modelos partidarios.
Se podría aceptar
todos los argumentos de Glaucón, célebre personaje de Platón, alejándonos del
dogmatismo, pero solo se tendrían explicaciones y justificaciones, y al final
un solo hecho verdadero: el PLD, como referente de las teorías y de las
prácticas organizativas modernas, se ha extinguido, ha muerto, ya no existe.
El pacto o
testamento de 15 puntos, publicado como esquela, tiene varios puntos que
santiguan el gregasionismo y el segregacionismo. Uno de ellos es que las
decisiones del Comité Político se tomarán con por lo menos el 75% de su
matrícula. Si se toma en cuenta la correlación de hoy (24 frente a 11), y
faltando dos votos para llegar a los 26 del 75%, hay que esperar que los
inteligentes, hábiles y sabichosos, como los hay en el CP del PLD, formen un
tercer grupo, para ser decisivos, y luego vendrá un cuarto, y al final,
tendremos la federación de grupos de Euclides. ¡Y el verbo se hizo carne!
El principio del fin
llegó. Ahora hay otro PLD, no el que todo el mundo sabe que no es el PLD de
Bosch, desde el puno de vista ético, sino el PLD de personas, pero no de
muchas, sino de dos, que en poco tiempo, poco más de un año, será de tres,
cuatro, pero nunca más de 11, recordando la teoría boschista de espacio físico
versus reuniones.
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