Por
JUAN T H
Leonel Fernández
hizo presidente de la República a Danilo Medina utilizando los recursos del
Estado como nunca antes, ni siquiera en los gobiernos de Joaquín Balaguer.
Con la causa
perdida, Leonel se empleó a fondo para imponer, a regañadientes, al candidato
de su partido, pues si ganaba la oposición, como todo parecía indicar, tanto él
como sus colaboradores más cercanos tendrían problemas con la justicia.
Atemorizado por
las constantes amenazas de Hipólito Mejía de enviar a la cárcel a los
corruptos, Leonel ordenó a todos los
funcionarios, desde el más grande hasta el más pequeño, involucrarse en la
campaña junto con las Fuerzas Armadas,
la Policía, los fiscales y la Junta Central Electoral.
¡Para Leonel y
su gente perder no era una opción!
De ese modo, el
Estado se convirtió en el factor que determinó la “derrota” de Hipólito y el
“triunfo” de Danilo.
Leonel no quería
que su archirrival en el PLD lo sustituyera en el cargo porque sabía que
intentaría quitarle su liderazgo en el partido, como en efecto ha pasado, razón
por la cual en varias ocasiones intento negociar con Hipólito enviándole
emisarios, pero el candidato opositor se opuso una y otra vez. ¡Me consta!
Así las cosas,
no tuvo más alternativa que meterse en la campaña utilizando más de los 40 mil
millones de pesos que dijo tener; más de los 90 millones de raciones de
alimentos para los “muertos de hambre” que prometió, y el petróleo que le entregó el gobierno de
Venezuela para asfaltar calles y callejones.
Una de dos:
Leonel, compraba las elecciones, como las compró, para hacer presidente a su rival en el PLD o
dejaba que Hipólito ganara limpiamente, “mucho a poco”, y después lo sometiera a
la cárcel junto con Félix Bautista y demás acusados de corrupción. El riesgo
era muy alto con todo y haberse blindado en las “Altas Cortes”.
Pasado el
tiempo, Danilo y su grupo han ido cobrándole a Leonel todo cuando le hizo.
¿Recuerdan la expresión, “el Estado me venció”, y la otra: “Leonel es mi peor
enemigo”?
Danilo permitió,
sin ningún prurito ético o moral, que el Estado que lo había vencido le diera
la victoria para después utilizarlo a su antojo como lo hizo con la escogencia de algunos titulares del Comité Político
y del Comité Central.
Ese mismo Estado es el que intenta vencer de nuevo a
Leonel para imponer la reelección, con Quirino o sin Quirino, con Toña Leña o
sin Toño Leña, con Arturo del Tiempo o sin Arturo del Tiempo, con Figueroa Agosto
o sin él, con los Súper Tucano volando
alto, con Estados Unidos jugando a la “gatica de María Ramos, que tira la
piedra y esconde la mano” o sin Estados Unidos y su Departamento de justicia.
“La reelección es un hecho” como han dicho muchos funcionarios.
Solo que Leonel
no está dispuesto a dejarse chantajear, ni permitir que el Estado de Danilo lo
derrote de nuevo impidiéndole ser el
candidato presidencial del PLD, porque sabe que sin los votos de sus
senadores y diputados, no hay reelección.
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