Por Luis Aníbal
Medrano S.
Se ha iniciado
un proceso interesante en el mundo político dominicano con el surgimiento de
una cruzada en contra de un pretendido unipartidismo que el Partido de la
Liberación Dominicana busca implantar sin importar el costo que esto equivalga.
Ciertamente esa
cruzada es fundamental para frenar los aprestos de un partido político cuya
formación dista mucho de su accionar actual y sus planes futuros. Hay que
detener al PLD con un muro de contención erigido con la voluntad de todos los
sectores nacionales que ven con desagrados como la desfachatez legislativa, la
inmoralidad judicial y el saqueo administrativo estatal, es auspiciado por esa
organización.
La cruzada debe
darse para aplacar la voracidad morada cuyo amarillo de su estrella, sin temor
a equivocarnos, representa la pus de la putrefacción moral en que ha caído lo
que una vez fue ejemplo en América Latina, cuando los principios éticos y
revolucionarios primaban sobre la grotesca ambición desmedía que ha arropado a
sus actores principales, conjuntamente con sus socios corrompidos y tocados por
las ponzoñas de la depredación económica.
Es necesaria la
conformación de un gran frente opositor político que haga recordar los grandes
acuerdos nacionales a los que solamente las balas y fusiles con pañuelos rojos
pudieron detener. Un frente político opositor que aglutine a los diversos
sectores nacionales que no salen del asombro por la forma meteórica en que han
acumulado riquezas la gran mayoría de los componentes del comité político
peledeista.
Se puede
catalogar como una misión redentora la iniciada por el licenciado Hatuey
Decamps Jiménez, a quien no se debe dejar solo en esa importante batalla,
porque con esto el experimentado político dominicano busca salvar al país de
las garras de las Hienas que encabeza el depredador del partido morado (color
que los dominicanos asociamos al luto).
Si Hatuey lograr
reunir bajo la cobija de la democracia auténtica a toda la oposición política
dominicana, habrá que hacerle un monumento y colocarlo en el lugar más visible
del territorio nacional para que la presente y futuras generaciones vean en él
un héroe nacional por haber impulsado la salvación del país.
Ojala y logre
triunfar con esa cruzada, esa acción lo catapultaría a la gloria y daría un
claro ejemplo de que en la unidad los pueblos labran su futuro y logran decir
ya basta a sus malos ciudadanos que anteponen sus intereses personales a los
del pueblo en sentido general.
Ahora bien,
estamos plenamente de acuerdo y coincidimos de manera exacta con los pronunciamientos
de doctor Guido Gómez Mazara cuando advierte que incluir a Miguel Vargas
Maldonado es desprestigiar (agregamos embarrar), el proceso de aglutinamiento,
incluir a ese odiado personaje, culpable por demás de la permanencia del PLD en
el gobierno, es granjearse la mala voluntad y hasta la repulsa de millones de
ciudadanos que no quieren saber de ese empresario de la política.
No debe ser
incluido Miguel Vargas Maldonado en esta cruzada porque simplemente este señor
es un muchacho de mandado, un empleado político, un títeres no disimulado del
león que con sus rugidos corrompió todos los estamentos del Estado dominicano
para ponerlos a sus servicios y hacer y deshacer bajo su diabólica voluntad. Miguel no es más
que un prisionero de sus compromisos económicos y judiciales y el príncipe de
Villa Juana capitalizó eso.
Pero de paso, la
cruzada de Hatuey puede salvar la parte sana del Partido Revolucionario
Dominicano y sumarla, porque muchos líderes locales en toda la geografía
nacional están buscando una brecha para zafarse de la dictadura que allí impera
y que solo esperan un clara señal de garantía para desarrollar sus liderazgos
sin dedos impositores que los bloquee.
El país
dominicano tomará un nuevo rumbo, y la cruzada impulsará ese logro ya que la
unidad por un mejor país que debe ser el norte a seguir por todo aquel que le
duele y quiera contribuir a espantar las aves de carroñas que han despellejados
la economía nacional.
Una cruzada
exitosa, con una propuesta presidencial refrescante que satisfaga las
aspiraciones de los dominicanos, que se comprometa con realizar un gobierno
compartido, incluyente, donde todos los sectores de avanzada se sientan
representado, representa una nueva era en la vida política dominicana.
Los dominicanos
y dominicanas quieren un país seguro, con oportunidades de progreso para todos
y todas, no un país para tres docenas de negociantes políticos apandillados en
un llamado comité político, que mas bien debería llamarse comité de saqueo
nacional.
Luis
Aníbal Medrano S., es periodista, locutor y político, residente en New York.
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