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lunes, 7 de abril de 2014

Liderazgo local y responsabilidad social

(8/40)

Por: Isaac Terrero y Julio Alejo

De la anterior publicación habíamos contraído como deuda moral, analizar las implicaciones del liderazgo del asociativismo municipal con la responsabilidad social y el rol organizacional individual y colectivo, así como su vinculación con el próximo proceso eleccionario.

Siguiendo la secuencia del escrito de la pasada semana, la responsabilidad social del asociativismo municipal está formada por la responsabilidad social de cada una de sus partes, incluyendo al propio liderazgo, quiere decir entonces que los/as lideres/as deben asumir doble responsabilidad, la suya propia y la que le endilga su condición de guía de la causa, que en este caso está contenida en los estatutos de las entidades asociativas de la municipalidad y que ha sido reseñada en el anterior escrito.

Es el liderazgo, en cada una de sus instituciones, el responsable de conducir al asociativismo hacia la asunción de un rol acorde con su responsabilidad social organizacional, ósea, de encaminarlo a jugar un papel de asistencia y asesoría técnica, así como promoción y defensa de la autonomía municipal y la descentralización local, para con ello impactar en la mejoría de los servicios que prestan los gobiernos locales y consecuentemente mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.

Esta precisión conlleva a la formulación de una importante interrogante. ¿Existe coherencia entre el ejercicio del liderazgo, el rol institucional que actualmente juegan las entidades y la responsabilidad social del asociativismo municipal? De ser cierto, entonces, no hay manera de explicar las causas de los tímidos resultados visibles obtenidos por el tejido asociativo en comparación con las cuantías de recursos del erario destinados a solventar el logro de ese compromiso social.

Asimismo, es cuestionable la falta de apropiación de la responsabilidad social colectiva por parte del liderazgo local de manera individual, ya que son numerosos los casos de autoridades locales involucradas en hechos y situaciones reñidas con ley, algo que proyecta una mala imagen grupal. Pero también, por citar un tema, son reducidos los casos de autoridades locales que desarrollan prácticas reales y sin manipulación de la participación ciudadana en la gestión de sus gobiernos, lo que desdice mucho del compromiso de las partes con la responsabilidad social del todo.

Si como establece el experto Manuel A. Cortes Cortes, toda organización es creada con el propósito fundamental de servir a la sociedad, entonces, todo liderazgo que resulte del asociativismo debe responder al compromiso social contraído de manera individual y colectiva, debe servir de ejemplo a emular por sus iguales. De acuerdo al experto, si toda organización que no cumple con su función social tiende a desaparecer, lo propio ha de ocurrir con el liderazgo del asociativismo que no asuma la razón social de su existencia.

El problema del asociativismo municipal no se encuentra en su declaración escrita de responsabilidad social, contenida en su concepción filosófica, por lo tanto, hay que buscarla, necesariamente, en el tipo de liderazgo que se ha venido ejerciendo desde hace algunos años, que es el responsable del rol que han asumido las entidades asociativas de la municipalidad y los limitados resultados que se registran.


Los próximos congresos electores y asambleas eleccionarias constituyen el escenario perfecto para producir una evaluación critica de los/as lideres/as que hasta este momento han llevado la dirección del asociativismo local. Dicha evaluación debe tomar en cuenta aspectos mucho mas allá de la cuestión partidaria y de mayorías mecánicas. Para ello es necesario, que previo a que se inicien dichos procesos, se definan una serie de criterios que perfilen el tipo de liderazgo que debe dirigir las organizaciones asociativas municipalistas.

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