
Por
Luis Aníbal Medrano Silverio
El
presidente constitucional de la República Dominicana, licenciado Danilo Medina
Sánchez, acaba de realizar unos pronunciamientos a todas luces trascendentales
y que promueven alegría en la población dominicana, en los empresarios, en los
ahuyentados inversionistas nacionales y extranjeros y a todos a cada uno de los que anhelan por
décadas la solución de este gravísimos problema que tanto dolor de cabeza ha
provocado, que tantas horas de sueños ha impedido, que tantos placeres que
oferta la modernidad ha impedido.
Quisiéramos
pensar que sea así, que elimine el negocio redondo de los apagones que
mantienen las generadoras de energía en contubernio con ciertos socios
encubiertos que tienen exorbitantes ganancias sin prestar el servicio para la
cual fueron contratadas y que se ajusten a cumplir sus compromisos bien
remunerados, pagos en dólar y por el cual el país es chantajeado de forma
irresponsable y reiterada cuando las crisis económicas circunstanciales han
empujado al atraso.
Sería
interesante poder gozar de energía eléctrica permanente y que no sea un acto
heroico y merecedor de parafernalias propagandísticas el tener 24/7 de ese
vital servicio y que por consiguiente, los hombres puedan ver su deporte
favorito sin interrupción, que las mujeres después de hacer sus oficios o luego
de una agotadora jornada de trabajo pueda ver su novela, juicio televisivo
fraudulento o programa de chisme preferido.
Qué
alegría entusiasta colectiva va a suceder cuando eso ocurra para que los
muchachos puedan ver los dibujos animados, hacer uso de las computadoras, naveguen en el Internet y hasta escuchar
música en el volumen que la presencia o no de la jefatura familiar le permita.
Suena
bonito, hasta pone a uno a soñar sin querer. Ver los semáforos funcionado, a
montarse en el ascenso sin miedo, a salir con la ropa planchada, a no salir a
medio talle del barbero o la peluquera, a beber agua fría sin hielo, a que las
carnes no se dañen, a beber cervezas frías vestidas de novia.
A ese
pronóstico del presidente Medina, seguido (como buenos dominicanos que
somos), nos ponemos chivo, pensamos que
eso tiene cocoricamos, que huele a peligro tal pronunciamiento; y no es para
menos, por décadas los presidentes que han ocupado la famosa Silla de Alfileres
con residencia temporal en la doctor Delgado de la capital, no han podido
solucionar este viejo mal y le han tirado la cuaba a una cantidad de
inverosímiles razones con sabor a cuento, es decir, no han tildado de guanajo y
no han solucionado nada.
Es
aconsejable que el presidente Medina no diga mucho la fórmula mágica que tiene
para realizar esa posible histórica hazaña por aquello de que le pueden hacer
“mal de ojo” sus contrarios nacionales y los empresarios afectados nacionales y
extranjeros que hasta lo pueden acusar de utilizar esa arma mortífera para
eliminar sus contrincantes políticos para una posible y ya sazonándose
reelección presidencial.
Esto
último no estaría lejos de ser verdad, ya que apelando a un simple cálculo matemático
y determinado de esa forma su tiempo restante por gobernar y aplicando sin
tapujo una simple lógica entendible se puede concluir en que el sanjuanero va
optar otra vez por el carguito de presidente.
Ahora
bien, me gustaría saber de qué forma el amplísimo inventario existente en el
mercado nacional de generadores de energía a quien rayo se le venderá o si en
su fórmula mágica se contempla con un toque de varita desaparecerla o con un
ungüento especial contenido en el frasco de decreto, compensar por la posible
pérdida de su valor comercial de esos equipos.
Ahora
bien, presidente Medina, presidente de todos los dominicanos, con varita mágica
o no, con sabor a reelección o no, resuelva, hágalo, pase a la historia como un
presidente serio que no se dejo embaucar por insaciables empresarios que sólo
piensa en riqueza particular y no en desarrollo colectivo del país dominicano.
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