martes, 28 de enero de 2014

Luis José Chávez: Un mérito no reconocido al PLD

Un mérito no reconocido al PLD

Por Luis José Chávez

Sea cual sea la calificación final que reciba el Partido de la Liberación Dominicana como administrador de la cosa pública, hay un mérito de trascendente valor político e institucional que nadie podrá regatearle a la organización fundada por el profesor Juan Bosch.

Se trata del modelo de oposición que aplicó el PLD frente a los gobiernos del Partido Reformista Social Cristiano y el Partido Revolucionario Dominicano, durante los 23  años previos a su ascenso al poder en agosto de 1996. Al margen de los excesos y tremendismos que en ocasiones caracterizaron la línea de oposición del PLD, especialmente contra los gobiernos del PRD, hay que convenir que su aporte como factor  de contrapeso y moderación del poder representó una valiosa contribución  a la institucionalidad democrática del país.

Se podría decir que si alguna ventaja comparativa tuvieron los gobiernos de Joaquín Balaguer, de Antonio Guzmán, de Salvador Jorge Blanco, y del propio Hipólito Mejía, fue haber contado con una oposición funcional  en todas las esferas  de la administración pública, una condición  que sin duda alguna contribuyó a frenar o limitar los vicios del poder en un sistema político de pobre  tradición de institucional y con un marcado tinte populista.

Los gobiernos del PRSC y del PRD contaron con una oposición eficiente y útil que los ayudó a gobernar con  sentido de prudencia,  equidad y racionalidad en el manejo de los asuntos del Estado, desde la orientación del gasto público, la política fiscal y el endeudamiento, hasta el papel del Congreso, la Justicia,  el Poder Contralor y los medios de comunicación.

En el caso de Balaguer, a pesar de haber demostrado siempre un perfil marcadamente autoritario, que ocasionalmente rayaba en el despotismo, nunca dejó de mostrar una actitud de respeto a la crítica  pública y al juicio de la posteridad.

En cuanto a los gobiernos del  PRD, la oposición sin tregua que debió afrontar, generalmente  del PLD y del PRSC, lo indujo a gobernar de manera transparente  y con una casi obligada  necesidad de concertación con el liderazgo político y social del país.

La  dura oposición del PLD fue un factor importante en la  actuación de los gobernantes del PRD  frente a los temas de corrupción, transparencia, rendición de cuentas, Justicia e institucionalidad. 
El propio  líder máximo del PRD, José Francisco Peña Gómez, en su mandato como  síndico de la capital, fue ayudado por la firme  oposición del PLD y del PRSC no solo a manejarse  con rigurosa transparencia, sino también  a sortear con buenas razones las grandes presiones de seguidores y ciudadanos que reclamaban  favores o compensaciones  que no estaban a su alcance. “no hay presupuesto o eso tiene que aprobarlo el Concejo de Regidores”,  eran las respuestas habituales del doctor Peña Gómez, quien en el fondo apreciaba someterse a esos saludables controles institucionales.

Hay que  reconocer que por lo menos en las últimas tres administraciones  ni el PRSC  ni el PRD han reciprocado al PLD con una oposición responsable y vigilante, suficientemente efectiva para controlar los excesos y desviaciones  propias  del ejercicio absoluto  del poder, como lo advierte en su sentencia el pensador inglés Lord Acton: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Claro que no se trata de una simple negligencia de la oposición. La dirección del PLD  ha sido lo suficientemente diligente para hacer que las cosas pasen de este modo, al extremo de anular la oposición y convertir  la dirección “legal” del PRD en  una especie de sello gomígrafo de los intereses del oficialismo, a cambio de favores especiales o  el reparto  de las principales instituciones de la justicia, invalidando   la independencia e idoneidad que demanda ese poder del Estado.

Por el momento y visto desde una perspectiva puramente utilitaria, este balance  parece representar una ganancia neta para el PLD, aunque es probable que cuando se haga una evaluación objetiva desde una perspectiva histórica y en función del interés nacional,  se pueda constatar que junto con el país, el gran perdedor sea el partido fundado por el  profesor Juan Bosch, (28 de enero 2014).



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