La suerte de los cementerios municipales
en RD
Por Abel Rodríguez Duvergé
A
propósito de haberse conmemorado recientemente el día de los fieles difuntos
quiero invitarles a reflexionar sobre la situación deprimente que persiste en las
condiciones de los cementerios municipales.
Los
cementerios municipales constituyen uno de los más importantes bienes
patrimoniales de los ayuntamientos, fuente generadora de ingresos, no obstante,
su realidad evidencia un gran desbalance de lo que debe ser su escenario operacional.
Los
restos o cenizas de los familiares de las comunidades reposan en esos campos
santos, lugares que deben inspirar paz. Empero, los mismos precisan de una
exhaustiva evaluación y supervisión por parte de las administraciones de las
alcaldías, para evitar que quienes laboren en el mismo descuiden sus funciones
en desmedro de la calidad del servicio en ese escenario.
Las
dificultades que se vislumbran en las necrópolis municipales obligan a
preguntarse ¿qué sucede con los servicios de electricidad, alumbrado, agua y
seguridad en la mayoría de los cementerios? De ello no hay forma de que el
ciudadano consiga respuesta.
Entre
las irregularidades que se pueden constatar en gran parte de los cementerios
municipales está el descuido de los pastos, la falta de pavimentación, de
aceras, el hurto de velones, flores y floreros de las tumbas, los vertederos
improvisados, la aglomeración de desechos en las cercanías de los panteones, y
como si fuera poco, los informales zacatecas, quienes efectúan todo tipo de
actos allí. Sobreviven de las dádivas de quienes visitan los mausoleos de sus
familiares, a lo que se suma las visitas de malhechores para realizar actos
delincuenciales y toda suerte de fechorías.
La
suerte para poner fin a esas imperiosas carencias con las que operan los
camposantos municipales reposa en los ayuntamientos. Deben considerar en su
formulación presupuestaria una mejor partida focalizada y racionalizada que
pueda saciar los servicios básicos afectados en esas plazas, por consiguiente,
la ejecución presupuestaria debe implicar rigurosos controles de fiscalización
y supervisión en el gasto de los recursos.
Las
familias tienen derecho a visitar a sus deudos en lugares dignos, con decoro.
Luego sí podemos llamarles camposantos.
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