Libertad de expresión y nuestro periodismo
Por
Jaime Antonio Marizán Santana
Tolerancia es dar el permiso a
otros de actuar de acuerdo a los dictámenes de su conciencia y no acusarles por
esta decisión.
Tolerancia es reconocer a los
demás el derecho de expresarse de acuerdo a las leyes de libertad de expresión
y difusión del pensamiento, aunque sus ideas estén en contraposición con
nuestros intereses personales.
Tolerancia es comprender que
cuando nos señalan errores cometidos, es muy probable que tengan la razón, lo
cual debe invitarnos a una revisión de nuestros actos.
Hay personas que se molestan
sobremanera cuando alguien les señala violaciones a la ley o a las buenas
costumbres. Estas personas entienden que el o la comunicadora que hace la
denuncia es el culpable de que la sociedad repudie sus malas acciones.
Sin embargo, si se discerniera
sobre esta situación, la persona que comete el error o el delito debería
comprender que el comunicador o la comunicadora no son culpables de que la
sociedad repudie esas acciones incorrectas, sino que la culpabilidad hay que
buscarla en la persona que cometió esas inconductas.
Todos debemos entender que si
se anhela estar en paz con la conciencia y tener el reconocimiento de la
sociedad como un buen ciudadano, el camino es actuar con justicia,
transparencia, tolerancia y rectitud.
Ahora tenemos serios problemas
en las familias porque en su seno se consienten las malas palabras, los
insultos, los delitos, las malas costumbres y otras acciones negativas de los
hijos, lo cual es sencillamente complicidad ante el error y se equivocan los
padres que no corrigen temprano a su descendencia.
Muchos son intolerantes con comunicadores
que simplemente cumplen con su deber, se atienen a lo que sus consciencias les
dicta, son responsables con su profesión, ejercen un periodismo responsable y
esto no es punible, todo lo contrario, es un verdadero acto heroico, en una
sociedad que ha perdido los valores y está más inclinada a premiar lo
incorrecto.
Son los propios actos delictuosos
o contrarios a la rectitud los que inculpan a aquellos que los cometen. “Si
alguien no quiere que algo se sepa, lo mejor es que no lo haga” reza un dicho
popular. Y es que tarde o temprano lo mal hecho se sabe, es como si existiera
una justicia invisible que saca a la luz aquello que no encaja dentro del orden
del universo.
Por lo general, los
comunicadores son los instrumentos para que se conozcan estos delitos, aunque
también mucha gente responsable realiza denuncias que unas veces son tomadas en
cuenta y otras no. Y los denunciados se ofenden, y al no poder callar el rumor
público, se ensañan contra él o la comunicadora que realizó la investigación y
nada más injusto, porque contra quien debiera emprenderse sanciones es contra
la persona que produjo la infracción.
Atentar contra la vida de un
comunicador serio y con una trayectoria de servicio como el periodista Fausto
Rosario, no es sólo atentar contra su integridad física, sino también contra la
libertad de expresión y contra el genuino derecho que tiene la sociedad de
conocer aquellos actos que la corrompen y le roban sus anhelos y aspiraciones.
Es necesario soportar con
entereza las situaciones desagradables que se desprenden de una actitud
responsable, y toda la sociedad, a través de sus instituciones, debe apoyar a
quienes tienen la valentía de enfrentar lo mal hecho, para que ellos puedan
levantar el Trofeo de la Victoria, el cual simboliza el triunfo de la fortaleza
espiritual sobre la impunidad y la intolerancia.
Jaime Antonio Marizán Santana,
Director Ejecutivo Consejo Regional de
Desarrollo (CRD),
Abogado, Economista y Experto en
Planificación y Desarrollo,
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