Contundencia sin
violencia
Por Miguel
Ceara-Hatton
El gobierno ha dicho
que se le critica por gastar. Afirma que de no haberse generado el déficit
público de los RD$200 mil millones en 2012, el desempleo, la pobreza y el
crecimiento del PIB hubiesen tenido un peor desempeño.
A priori, el déficit
fiscal no tiene por qué ser malo o bueno. No se trata de un tema doctrinario,
aunque algunas escuelas de economía así lo consideran, pero ese no es mi caso.
El gasto público puede ser un motor de desarrollo y aún el déficit público bajo
ciertas condiciones es positivo, al expandir la demanda
agregada. Igual ocurre con la deuda que acompaña a ese déficit, que
tampoco tiene que ser mala o buena a priori, todo depende de cómo se gaste. Ese
gasto pudo haber ido a mejorar la educación, la salud y los servicios públicos
en general, es decir, pudo haber ido a mejorar la calidad de vida de la
población. Lamentablemente ese no fue el caso.
El problema es que el
déficit y el gasto público fueron a financiar el dispendio, el derroche en
boatos de los directivos de la corporación política, el clientelismo, la
malversación, la dilapidación y desviación de fondos públicos, el despilfarro,
la corrupción y todo eso se hizo violando los derechos ciudadanos, las leyes y
la Constitución. Pero además, hay claros indicios de que detrás de
ese enorme déficit fiscal hay sobrevaluaciones, extorciones en forma de
comisiones ilícitas y delitos que deberían ser investigados por la justicia, es
decir, hay indicios de que el enorme déficit fiscal es un inmenso fraude
fiscal.
Peor aún, la
ciudadanía está indefensa frente a esa situación. La justicia está en manos de
la corporación política. Los fiscales, los tribunales y las altas cortes se
niegan a administrar justicia, a investigar el delito y a recibir las denuncias
de la ciudadanía si se trata de los miembros de la corporación política. A
ellos les deben sus cargos. Sencillamente se corrompe el Estado de derecho y la
democracia dominicana o lo poco que quedaba de ella.
Frente a esta situación, el Presidente de la República, nos
responde con el “borrón y cuenta nueva”, confunde el reclamo ciudadano de
justicia con revancha y reclama transformar las “piedras en
ladrillos” para construir el futuro.
No Señor Presidente,
aquí no hay piedras, hay una voluntad firme de un pueblo que reclama una
sociedad basada en derechos. Hay la voluntad de terminar con la
impunidad, con el borrón y cuenta nueva. Es justicia lo que se reclama. La
ciudadanía sólo se protege con las leyes, pero frente a ilegalidad, la
arbitrariedad y el abuso, solamente quedan las calles, con contundencia pero
sin violencia. Sólo así podrá haber un futuro diferente.
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