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miércoles, 6 de julio de 2016

Seguridad vial: ineptitud y caos del Estado y motoristas (ii)


Por Reynaldo Peguero 

Es un hecho dramático, motoristas, motoconchistas y acompañantes es el sector poblacional predominante entre las más de 2,450 vidas que se pierden anualmente por accidentes de tránsito. Miles de riesgos acumulan las casi 2 millones de motocicletas de República Dominicana y los 120 mil de la provincia Santiago. Cascos de motoristas tipo sombreros, atuendos o adornos de moda sin protección de nada. Cascos sin calidad, ni homologación que no resguardan el bulbo raquídeo seccionado en los motoristas accidentados que mueren de paro respiratorio.

Motocicletas de domingo, con más de tres y cuatro personas arriba: niños de meses, abuelas, mamás y padres alcoholizados en la conducción de este suicidio colectivo. Policías y guardias que tampoco utilizan protector; igualmente “Deliverys” motorizados sin ningún tipo de cuidado; y más. Un mortal y soberano desorden acontece en las vías dominicanas.              
Se ha estudiado que en los modelos de gestión exitosa de seguridad vial, se destaca la importancia de la Movilidad Urbana Sostenible (MUS), que armoniza esta categoría con vialidad, tránsito y transporte. Algunas buenas propuestas en el contexto de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las experiencias de Costa Rica que han controlado con éxito este grave problema, son claves.

El informe de los expertos Antoni Riu y Roy Rojas, presentado en 2015, al Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) es decisivo.

La fórmula de impacto para reducir los más de 2,450 muertos por accidentes de tránsito en la República Dominicana, es intervenir inmediatamente el transporte de motocicletas con un plan estratégico de acción que imponga el uso obligatorio de cascos, identificación de motoristas y obligar a una licencia de conducir motores de carácter municipal. El casco debe ser homologado y no la “cachucha de plástico”, que AMET da por buena y valida.

También hay que exigir casco a los acompañantes. Las lesiones causadas por los accidentes son la primera causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años. Exactamente son las edades de motoristas que andan sin cascos en las carreteras que comunican a Santiago con su entorno. Nada hace AMET con exigir mucho en la ciudad de Santiago, si en las carreteras de Navarrete, Licey, Tamboril, Puerto Plata y Mao, nadie respeta esa orden.

Asimismo debe modificarse la ley de tránsito 241-67 de hace 50 años dado que esta normativa no recoge ninguno de los mandatos modernos sobre seguridad vial, ni movilidad urbana. Ante esta situación, desde el año 2011, circula una propuesta de ley que podría modernizar el sistema, igualmente favorecer el control y mejorar la vigilancia del tránsito y transporte. Sin embargo, apenas el 7.0% de los países tiene legislaciones modernas que han permito salvar miles de vidas; imperando el caos en 93.0% de las naciones que se mantienen sin modernizar su marco jurídico de movilidad. Aunque diseñemos el mejor Sistema de Emergencia 9-1-1 del mundo, sin el control de los motoristas avanzaremos muy poco.               

La crisis se ha profundizado mucho más, pues sabemos que en el período 2000-2016, el parque vehicular de la ciudad de Santiago y su entorno metropolitano, se ha duplicado, sin embargo es extremadamente baja la capacidad del gobierno y los ayuntamientos de hacer cumplir las normas de tránsito, y menos aun de aplicar estrictamente las regulaciones. Los estudios indican que las cinco (5) causas de muerte por accidentes, en orden de frecuencia son: i) exceso de velocidad, ii) conducción bajo efectos del alcohol, iii) ausencia de cascos protectores en motociclistas, iv) el no uso de cinturones de seguridad y v) la grave ausencia protectores para los niños en los vehículos.

Sólo hay que pararse en horas diurnas de traslado de infantes y niños a escuelas, estancias infantiles y centro maternales para percatarse a diario de la gran cantidad de conductores, muchos de ellos de clase media y alta, que no llevan cinturón de seguridad y son “criminales involuntarios” con sus hijos al trasladarlos a escuelas y colegios, sin ningún tipo de protección o silla especial. Igualmente los más de 50 mil estudiantes  nocturnos de Santiago, tampoco tienen trazadores lumínicos, ni los motoconchistas que los trasladan, poseen chalecos o bandas lumínicas que los identifiquen en la noche.     

Con o sin ley, deberíamos hacer algo urgente en Santiago, pues los vehículos de motor son más letales que todos los mosquitos aedes aegyptis juntos, causando más muertes en esta ciudad y el país, que todas las epidemias de enfermedades infecciosas. Los accidentes de tránsito generan además, los costos de atención más altos de todas las patologías que demandan servicios privados o públicos en el sistema de salud.

En los próximos meses debemos estar en las calles, en lo que la ley se acuerda. La iniciativa debería acordar en Santiago, un PLAN ESTRATÉGICO OPERATIVO DE ACCIÓN EN SEGURIDAD VIAL, con apoyo técnico del MEPyD y Obras Públicas, asimismo  con la asesoría del Consejo de Seguridad Vial (COSEVI) de Costa Rica. En Santiago debemos a involucrar a la Corporación Nacional de Trabajadores del Transporte (CNTT), acordando un programa conjunto con el Consejo Estratégico de Santiago (CDES) y el Ayuntamiento para donar o subsidiar un casco protector de calidad internacional para todos los motoristas de la ciudad y su entorno metropolitano. Igualmente hay que aprobar un permiso anual de circulación a los motociclistas, bandas lumínicas y una identificación de cada motorista. 

Reynaldo Peguero es director del Plan Estratégico de Santiago. rpeguero.pes2020@gmail.com


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