Por Miguel Ángel Cid Cid
Las autoridades municipales, que finalizan el próximo mes su
función, se pasaron seis años en sus cargos. En ese largo período especial,
abierto gracias a la reunificación de las elecciones, los alcaldes se dieron a
la francachela, hicieron de todo, salvo
lo que le corresponde conforme a la Ley. El remplazo le corresponde a 158
alcaldes y 234 directores de distritos municipales, quienes tienen el reto y la
responsabilidad de ser diferentes a sus antecesores.
En el camino hay otros desafíos que no dependen únicamente de las
autoridades locales. Es el caso de la necesidad de precisar el rol de los gobiernos
municipales Frente al gobierno central y viceversa. Asimismo se impone revisar las
responsabilidades de las organizaciones de la sociedad civil de cara al
Ayuntamiento y al revés.
La sociedad civil, por su parte, luce atrapada entre lo nacional y
lo local. Prefiere definir acciones de carácter nacional, olvidando abordar
estrategias locales, es decir, desdeña lo particular como condición para trascender
a lo general, pierde de vista que el Presupuesto Municipal Participativo, por
ejemplo, surgió en un pequeño pueblo productor de tabaco en el Cibao y de ahí
se expandió a nivel nacional, mediante la Ley.
La cultura, sea esta política o general, se aprende, es una
construcción histórica que determina los cambios en una sociedad, el cambio cultural
trae parejo el cambio social. Las nuevas autoridades municipales deben abordar la
cuestión de los valores éticos y la gestión cultural como estrategia de cambio
sostenible.
De la misma manera se debe repensar la Liga Municipal Dominicana,
como una instancia real de apoyo técnico a los ayuntamientos, incluso, deberían
propiciar que la LMD desempeñe las funciones de un instituto de formación
técnico profesional en el ámbito municipal.
Pero si de transformar la razón de ser de las instancias
municipales se trata, es de rigor poner un ojo sobre la Federación Dominicana de
Municipios, la FEDOMU debería dejar de ser un sindicato de alcaldes y dar el
salto cualitativo, transformándose en un gremio que represente el ayuntamiento
como institución de gobierno municipal.
En tanto no se produzca la innovación, el clamor de institucionalidad
en los ayuntamientos seguirá siendo un grito, un grito en el desierto, pero
nadie sabe si algún día nos despierte marchando por las calles de las ciudades.
La FEDOMU debe responder alos intereses de los ayuntamientos en su
conjunto y no a un grupo de individuos, máxime cuando la transferencia del
gobierno central a los ayuntamientos involucionó dramáticamente de un 6.5% en
el 2003, a un 3.7% en la actualidad. Millones de pesos se han gastado en la
formulación de planes de desarrollo municipal que sólo sirven para adornar
libreros y producir polillas.
Tanto FEDOMU como la LMD, transformando positivamente sus roles
institucionales frente a los ayuntamientos, les tocaría co-dirigir la lucha por
el desarrollo municipal y el punto fuerte de esa lucha es conducir un proceso
que obligue al gobierno central a transferir el 10% del Presupuesto Nacional a
los ayuntamientos, tal y como manda la Ley.
Cumplir estos y otros retos amerita una alianza estratégica entre partidos
políticos, sociedad civil, ciudadanía y ayuntamientos.
Miguel Ángel Cid
Twitter: @miguelcid1
19julio 2016
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