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Por Isaac Terrero y Julio Alejo
En la medida en que se aproximan las asambleas
eleccionarias de las entidades asociativas de la municipalidad, la afinación y
despliegue del pensamiento político estratégico en poder de actores que
pretenden repetir en sus puestos o ascender a otros de mayor relevancia, viene
agudizándose. Sin embargo, llama poderosamente la atención que el rumor público
tome la mayor de las preponderancias en el encuadre estratégico de quienes
están enfrentados actualmente, lo que quiere decir que esta herramienta ha pasado
de ser una táctica a ser la estrategia, evidenciando una falta de prudencia en
el accionar político municipalista. Y,
no es para menos.
La difícil situación por la que atraviesan los
reeleccionistas, principalmente quienes compiten por la dirección ejecutiva de
Fedomu, les ha creado un estado de incertidumbre, puesto que al parecer nadie
tiene el pan debajo del brazo, como sucedía en ocasiones anteriores, cuando la
cohesión política en el país estaba en su más alto nivel de expresión.
El nivel de desconcierto es tal, que cuestiones
que han sido tratadas de manera confidencial, informal y al margen de cualquier
acuerdo político en espacios institucionales, han sido ventiladas por los
propios actores interesados como un hecho consumado, como nos comentara en un
dialogo amistoso un refutado municipalista. Hasta tal punto, que ambos bandos
nos han contactado por medio de varias vías, a los fines de que esta serie de
escritos se convierta en bocina de esas alharacas.
Afortunadamente, esta columna solo tiene dos
dueños, Julio Alejo e Isaac Terrero. Y, como observadores críticos, objetivos y
preocupados por el fortalecimiento de la gestión local y el asociativismo
municipal, hemos decidido mantenernos al margen de cualquier guerra de
comentarios entre las partes enfrentadas, evitando hacernos eco de
aseveraciones infundadas y no confirmadas.
Los actores enfrentados, con más de siete años
todos dirigiendo el asociativismo municipal, carecen de propuestas que permitan
enfrentar la crítica situación por la que atraviesa la municipalidad dominicana
y han optado por hacer uso de dos tácticas que en el trayecto se han convertido
en estrategias, las reformas municipales y el rumor público, demostrando la
desarticulación existente en su pensamiento estratégico.
La guerra ha llegado tan lejos y se ha salido
tanto de control, que luego de que se gastaran en la siembra de árboles, expo
municipios y las promovidas reformas municipales no surtieran efectos y cayeran
en un limbo político, como se proyectara en esta serie de escritos, que los
púgiles han optado por lanzar cortinas de humo al aire, tratando de confundir a
municipalistas bien intencionados y a la opinión en sentido general, intentando
arrastrarlos a su terreno dialectico, colocándose como imprescindibles frente a
sus contrapartes, dejando bien claro que su forma de ver la institucionalidad
del asociativismo está estrechamente ligada al personalismo.
Es de conocimiento generalizado, que unos
actores pelean con las armas que dan la victoria, aunque les llamen herejes y;
otros se autodefinen como la caña, que se mueven en la dirección en la que se
dirija el viento. Esos comportamientos que han sido enclavados por esos actores
en el seno del asociativismo municipal, provocando numerosos daños, por suerte
se están gastando, dejando de percibirse la intensidad de sus efectos, hasta el
punto que han decidido utilizar los comentarios de pasillo como arma para enfrentarse
uno con otro.
Este delicado cuadro de enfrentamiento con
estrategias desgastadas, no hace más que confirmar la tesis sustentada por
estos humiles mortales, en la dirección de que el asociativismo necesita
transformarse y eso no se percibe en el discurso de los enfrentados.
Naturalmente, esa transformación debe tocar los actores. Solo el nivel
estratégico de su lucha, evidencia la decadencia de los actores involucrados en
la batalla por permanecer y ascender. No
tienen nada que ofrecer. Volveremos sobre el tema…
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