"Hasta el día del entierro no se sabe cuál es el muerto"
Por Elido Pérez
Desde pequeño en mi casa, mis padres me enseñaron e
insistían: "Mis hijos, nunca se alegren del mal de otro, porque la vida te
puede devolver lo que tú le has deseado a otros".
Ya de adulto, aprendí que:"Si tienes techo de cristal no
tire piedras a tu vecino". ¿A qué
viene todo esto? Oh, a al desparpajo, algarabía y fiesta de algunos amigos, de
los que no conocía de su falta de sensibilidad, a propósito de que el Águila
estaba en situación precaria de salud. Pero, ah cosa de la vida, mientras el
Águila, sufría en soledad en la Sala de Cuidados Intensivos, cosa que fue hecha
pública por aquellos amigos, no parientes; quién se imaginaba que al otro día,
sería compañero de Sala, justamente el Tigre antes burlón y fiestero por la
desgracia de nuestra ave triunfadora.
Nuestro
sentimiento cristiano no nos pone, sin embargo, a celebrar porque "mal de
muchos, consuelo de tontos", no que va, solamente le decimos a los del
Tigre, que oren, porque "hasta el día del entierro no se sabe cuál es el
muerto". Ahora la sala la compartes tres, tres que agonizan, y casi todos
dependen de la transfusión de la sangre de un León que parece resistirse a
darle a nadie.
Ayer gozaban con la desgracia del águila, hoy, golpeándose sus pechos, los parientes del Tigre, principalmente, no saben qué decir y qué hacer, tienen una tremenda confusión de si lloran, rezan, reservan espacio en uno de los cementerios de la capital Puerta del Cielo, Cristo Redentor o Independencia.
Los cibaeños, mientras, sin perder la fe, abonan y apuestan, como parientes de en una especie desafiante, cuál águila fénix, se levantará, se elevará y ya cerca de Dios mantendrá la esperanza y, sobreviviremos.
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