martes, 24 de julio de 2012


Define acción como incalificable
Roberto deplora los robos en plazas y parques del Distrito Nacional
El alcalde Roberto Salcedo deploró este lunes el acto de vandalismo cometido por desaprensivos contra la Plaza Mauricio Báez, construida por el Ayuntamiento del Distrito Nacional, de donde fueron sustraídas unas 120 lámparas de neón y dos de las cuatro tarjas de metal colocadas en bustos que hacen honor a distinguidas personalidades dominicanas, al esfuerzo y el trabajo.

Salcedo consideró que esta acción es incalificable, porque se trata de bienes públicos y porque el robo de las luminarias crea un ambiente de inseguridad ciudadana alrededor de esa plaza.

“Este es un hecho incalificable que nos cuestiona seriamente como sociedad”, apuntó el alcalde del Distrito Nacional.

Recordó que el Ayuntamiento de la Capital ha sido víctima de otras acciones de desaprensivos que han sustraído otros bienes públicos. Citó el robo de lámparas y luminarias del Malecón de Santo Domingo y de tapas metálicas de alcantarillas en calles y avenidas del Distrito Nacional.

Indicó que con el auxilio de la Policía Turística el año pasado el Ayuntamiento recuperó decenas de tapas metálicas robadas en la Zona Colonial, las cuales fueron recuperadas almacenadas en una casa de familia.

Precisó que en la ocasión el ADN sometió a la justicia a los responsables de esos robos, pero que sin embargo recuperaron su libertad con extraordinaria facilidad, ya que el juez apoderado de ese caso ni siquiera colocó medidas de coerción a los responsables. Afirmó que el Ayuntamiento del Distrito Nacional ha sido sensiblemente afectado por la sustracción de objetos de metal, por lo que en muchas ocasiones ese organismo ha tenido que auxiliarse de la Policía Nacional para recuperar los bienes robados.

Consideró que los robos cometidos en la plaza Mauricio Báez no fueron simples actos de raterismo, porque  a la altura en que estaban colocadas las lámparas y la forma en que se encontraban incrustadas las tarjas en honor a Mauricio Báez, al luchador anti trujillista Américo Lugo y en el monumento que simboliza el trabajo y el esfuerzo, debió utilizarse personal y equipo especializado.

“Esa misma visión tenemos sobre los robos de lámparas y luminarias que durante años afectaron el Malecón de Santo Domingo, para cuya re-iluminación el Ayuntamiento del Distrito Nacional, en convenios con las Distribuidoras de Electricidad EdeSur y EdeEste tuvo que invertir cuantiosos recursos”, apuntó.
En cuanto a la vigilancia de estos lugares públicos, reconoció que el Ayuntamiento no tiene la cantidad suficiente de policías municipales como para destinar un contingente en cada parque o plaza.
“Esto se debe” –apuntó- “a que hemos multiplicado el número de plazas, parques y otros lugares públicos que hemos entregado a la municipalidad debidamente rescatados y remozados”.
Según Salcedo, los robos en lugares públicos se tratan de vandalismo común, “pero otros son ejecutados por personas que disponen de sofisticados equipos y de personal especializado”.
Resaltó que cuando se inauguró la plaza Mauricio Báez no estaban en operación la Plaza Güibia, la Plaza Juan Barón, el parque Braulio Álvarez, el Paseo Comercial Duarte, el Parque Enriquillo ni otros lugares que hoy son íconos del Distrito Nacional y donde afluye una gran cantidad de personas cuya seguridad también debe ser preservada, “e igual situación ocurrirá cuando inauguremos el parque Eugenio María de Hostos, que probablemente pase a ubicarse como el lugar de mayor concentración de personas por los numerosos atractivos y facilidades con que contará”.
A pesar de encontrarse en un punto estratégico del Distrito Nacional, la Plaza Mauricio Báez era un lugar abandonado e inseguro donde se cometían todo tipo de actos alejados de la moral y que había sido tomado por rateros y drogadictos.
Con una inversión millonaria, el Ayuntamiento del Distrito Nacional rescató el parque hace cinco años y lo dotó de modernos bancos, luminarias de neón con un área de recreo para niños con hamacas, toboganes, sube y baja, columpios y otros juegos.

Construida en un área de 6,300 metros, la Plaza posee una vistosa acera perimetral y de un lugar inseguro que no era visitado, se convirtió en punto de reunión de familias enteras que acudían al lugar público en las tardes, especialmente los domingos y días feriados.

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